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HISTORIADORES DE CHILE.

EATURELL LORYA KA NEŽI HISTORIADORES DE CHILE. 300 Minno aum T mas esforzados, por parecerles son de especie de mujeres; y no me admiro de que lo juzguen así, cuando en algunas ocasiones los de mas reputacion y obligaciones sobradas, por no llenar de polvo las melenas, las han trenzado por atras como las mallenes (que se llaman así las indias que nos sirven), y este nombre les dan a estos caballeros peinados y trenzados como ellas.. Pues ¿qué dirémos de los que se rapan la barba y el bigote, que algunos lo hacen con tal extremo, que parecen frailes expulsos, por parecer mas mozos y no descubrir las canas? Que tambien podrán ser alicionados de estos bárbaros rebeldes, que en adquiriendo nombre de valerosos en la guerra, y habiendo llegado a pelear en batalla con los españoles y muerto alguno, se dejan crecer el bigote y las barbas para ser conocidos y estimados entre los demas por valerosos. omnia colos b Y estando premeditando estas acciones, he venido a colejir y entender, que es esta la causa de que no se hallen, como en los pasados siglos, de aquellos grandes soldados que sus hazañas y hechos valientes daban ocasiones a la fama a dilatarlos con repetidos ecos por el mundo; y si el valor y esfuerzo en nuestros tiempos se afemina, no tenemos que aguardar mejoras de nuestras pasadas desdichas y de nuestras presentes plagas. Jigo 9815 Estas son las consecuencias y hilaciones a que debemos atender y cuidadosos mirar, entre otras referidas, para prueba de la dilatacion de nuestra guerra, que es el blanco a que mis discursos se enderezan. Volvamos a cojer de nuestra historia el hilo, que ella nos irá ofreciendo, como hasta aquí, várias y ajustadas materias de que sacar mui rectas hilaciones para la proposicion de nuestro libro. olas anjoso)

CAPITULO XXXV.

En que se da fin al discurso con la despedida del cacique de la Villarica, y de como nobong of me quedé con el cacique Quilalebo, mi nuevo amo. -50

  1. oulist Salimos del estero, mi compañero y yo, y volvimos al rancho alegres, limpios y frescos, y en la puerta del encontramos al cacique Quilalebo, en su opinion y voluntad mi suegro; recibióme con los brazos abiertos, y echándomelos al cuello amorosamente, me dijo: marimari, quempo (que es lo propio que decir entre nosotros: Dios os dé salud, amigo yerno; que este es el modo que tienen de saludarse); ¿cómo os ha ido esta noche? juzgando haber tenido mas familiar trato y amoroso empeño con su hija; porque en semejantes bailes y joviales entretenimientos, ninguno atiende mas que a lo que le importa, ni mira lo que los demas hacen ni en qué se entretienen. Respondíle que me hallaba mui gozoso y estimando con extremo sus favores, que eran mui propios de quien era, y de su jeneroso pecho feliz parto. En este tiempo salia con otros caciques el de la Villarica, y ántes de encaminarse para el rio al acostumbrado ejercicio de la mañana, dijo a Quilalebo y le rogó, que le hiciese traer