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HISTORIADORES DE CHILE.

suya; y biendo trabajado, entreteniéndose y holgándose con banquetes y bodas extraordinarias. Despidióse tambien Tureupillan, mi huésped, y Quilalebo no permitió me llevase, rogándole me dejase en su casa por algunos dias, pues era lo propio estar en ella que en la aunque yo sentí no volver con mi viejo camarada, disimulé por entonces y a solas le rogué que dentro de tres o cuatro dias enviase por mí con pretexto de haber tenido un mensaje de mi amo Maulican, en que avisaba no me dejase de la mano, ni me entregase a otra persona que a él, o algun pariente suyo, como se lo habia dejado dicho, porque sus enemigos solicitaban por mil caminos cojerme solo y llevarme a un parlamento que se estaba disponiendo para quitarme la vida. Y es verdad que cuando se despidió de mí y del viejo, le previno todo lo referido; y esta dilijencia hice por apartarme de la ocasion y peligro en que quedaba, con riesgo de caer en desgracia de Dios N. S., habiendo de dar gusto al que me mostraba amor y entrañable voluntad por esta causa pedí con encarecimiento a Tureupillan mi huésped que enviase por mí con toda brevedad, porque el huir la ocasion es el mejor camino para no caer en los lazos del demonio, como lo advirtió Lira. Y no sin gran misterio, para llorar su pecado, dice el texto sagrado que se salió el glorioso San Pedro afuera del concurso depravado; en cuyo lugar dijo el venerable Beda estas palabras: porque detenido en el portal o patio de Caifas no podia hacer penitencia, ni volver los ojos sobre su culpa, sale afuera, para que apartado del concilio o concurso de los malos y perversos, pudiese lavar las inmundicias de la pavorosa negacion con libres llantos y desahogados suspiros; porque las malas compañías no dejan de perturbar el ánimo a los mas justos, por lo cual amonesta San Pablo, que nos desviemos y andemos a lo largo de aquellos que desordenadamente caminan y obran. Quedéme con aquel cacique a mas no poder forzado, por el empeño en que quedaba; y por otra parte consideraba que si no correspondía a las finezas de su declarado amor, arriesgaba el perder su gracia, siendo un tan poderoso curaca y amigo valiente: que los auxilios humanos, despues de los del cielo, no deben ser despreciados, como lo advirtió Lira sobre el cap. 1 del libro segundo del Paralipomenon, diciendo que aunque tengamos el auxilio y favor de Dios de nuestra parte, no habemos de desechar humanas dilijencias para el seguro de nuestras vidas y particulares conveniencias, como lo hizo Salomon, que con estar debajo del amparo de Dios y de su ayuda, se prevenia de armas, caballos y carros para su conservacion y defensa. Así me subcedió en este forzoso trance, quedándome en casa de aquel cacique confiado en la misericordia divina y en su patrocinio cierto, que me tendria de su mano para no caer en su desgracia; y despues quise quedarme tambien por no disgustar y desabrir a quien habiendo sido tan feroz enemigo de españoles, en mi proteccion y amparo se mostraba íntimo amigo con afectuosas demostraciones. De lo referido podrémos deducir y sacar ciertos desengaños de que la naturaleza de es-