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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

agregado las demas cuadrillas enemigas a las que primero ganaron el paso. Cuando en el alto de la loma o eminencia me puse con la infantería, divisando en los médanos de abajo al enemigo, que algunos de ellos se estaban apeando de sus caballos para embestirnos, al punto desmonté del mio, y cojiendo la vanguardia como capitan mas antiguo de infantería, disponiendo los soldados que conmigo acababan de llegar, con el mejor órden que pude, entreveradas las picas con la arcabuceria, fuí marchando para el enemigo, que estaria como media cuadra poco mas o ménos de los nuestros, y haciendo memoria de lo que el maestro de campo jeneral Alvaro Nuñez de Pineda, mi padre, como tan experimentado en esta guerra y en el conocimiento de estos bárbaros, me significó várias veces: que mediante el favor divino, lo principal, habia tenido felices aciertos por haber acometido al enemigo siempre que habia llegado a darle vista, aunque fuese con mui desigual número del suyo, porque decia que con eso no le daba lugar a ponerse en órden, ni a dicernir ni numerar la jente que llevaba, si era poca o mucha. Y juzgo de verdad que nos hubiera sucedido mejor, si se hubiese puesto en ejecucion mi discurso y pensamiento; porque agregados en un cuerpo, sin dar lugar a que se enterasen de cuan limitadas y cortas eran nuestras fuerzas, embistiendo con ellos al punto que nos agregamos infantería y caballería, dándoles una buena carga de mosquetería y arcabucería, habian de desamparar el paso que tenian ganado, y apoderados de él nosotros, y cojiéndole por espaldas, nos hallaríamos fortalecidos y aventajados, solo con el peligro y riesgo por la frente. Mas, estando resuelto con estos designios y marchando para el enemigo, llegó un capitan de caballos lijeros lanzas con órden de que me detuviese y formase ante todas cosas un escuadron redondo de mi infantería; y significándole las conveniencias utilidades que se nos podian seguir de no aguardar a dilaciones, por los pocos que éramos, y el número del contrario poderoso y pujante, me respondió, que con arrojos y temeridades en tales ocasiones no se conseguian buenos efectos, y que bastaba ser órden del superior para ejecutarla sin dilacion alguna. A cuyas razones dije, que el dar a entender mi parecer no era repugnar su mandato, que al instante puse en ejecucion, trayendo a la memoria lo que Tácito en sus historias dijo, y Aristóteles en su Política, que la excelencia mayor del soldado está solo en obedecer a los mayores; y Tito Livio con las siguientes razones lo dijo todo: que el órden y diciplina militar mas en la obediencia y sujecion a los que gobiernan consiste, que en las acciones valerosas y aventajados hechos. Y estando en estas conclusiones disponiendo la poca jente que en la infantería gobernaba, el enemigo no aguardó a dejarnos acabar de poner en órden para la batalla, pues embistiendo con nosotros en forma de una media luna, la infantería en medio guarnecida por los lados de su caballería, se vino acercando a nuestro pequeño escuadron, dando unas veces saltos para arriba los infantes, y otras, por desmentir las balas que les tiraban, cosiéndose con el suelo. Erales el tiempo favorable por ser lluvioso y el viento