Página:Cautiverio feliz, y razón de las guerras dilatadas de Chile.pdf/330

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
316
HISTORIADORES DE CHILE.

HISTORIADORES DE CHILE, le ser para allanar dificultades la mas eficaz y fuerte) no podia dar paso en lo que tan fervoroso pretendia, trató de no comer ni beber, para dejarse morir de aquella suerte. No se le ocultó a una criada de su padre, esclava astuta y confidente, la causa de su pesar y oríjen de su desesperado achaque; con que determinó Idis (que así se llamaba la criada) a decir al mancebo, que le aseguraba la conquista que tanto deseaba, como era el ver sujeta y rendida a Paulina; que se consolase y no se dejase morir de aquella suerte. El mancebo cobró grandes alientos y agradeció a la criada su promesa; la cual le pidió cincuenta mil dragmas para facilitar por otro medio lo que con ducientas mil le habia sido imposible a Decio Mundo; al punto se las entregó, y ofreció lo mas que quisiese y para el efecto fuese necesario: con que la buena criada solicitó nuevo modo y stilo para la consecucion de lo que pretendia, reconocida la imposibilidad de ser vencida y sujeta por dineros la que estimaba mas su compostura que cuantas dragmas mil pudieran darla. ¡Oh cómo debian las mujeres de estos tiempos tener doctrina y aprender a no recebir lo que las dan, porque estan obligadas a corresponder con lo que las piden! Y si en este empeño se ponen las que admiten dádivas, ¿qué podrémos colejir de las que descaradamente piden, sino es que sin empacho ni rebozo darán lo mas que tienen? Pues estando enterada esta criada que Paulina frecuentaba el templo del Dios Isidis, o Anubide por otro nombre, pensó una cosa rara y particular para conseguir su pretension, que fué consultar el caso con los mesmos sacerdotes y custodios del mesmo templo del dios Isidis, encargándoles el secreto y silencio conveniente; y ántes de todas cosas les entregó veinte y cinco mil dragmas de presente, otras tantas les manifestó tenia dispuestas para el fin y conclusion de lo pretendido, que al punto que se concluyese, pondria las restantes en sus manos. ¡Oh válgame Dios, a qué desafueros y maldades no obliga el dinero a los que se dejan llevar del interes y a los que se postran a su cudiciosa pasion! El sacerdote que trata de mercader y de aumentar lo que tiene, mas es negociador que sacerdote, como lo dijo la lumbrera de la iglesia, y los que tratan de adquirir dineros por este o por el otro camino, mui cerca se hallarán de imitar a estos isiacos sacerdotes, que por el interes de las dragmas postraron por el suelo el crédito y opinion de sus sagrados dioses. Enterados ya los sacerdotes de la pretension de Decio Mundo, y que por ningun caso se ablandaba Paulina ni se sujetaba a ruegos o halagos amorosos, ni a dineros, determinó uno de los mas ancianos a ir a casa de Paulina con una embajada falsa del dios Isidis o Abnubide, diciéndola, que llevado el referido dios de su virtud y hermosura compuesta, la llamaba para que aquella noche fuese al templo a verse con el referido dios. Recibió Paulina el recaudo con summo gusto, juzgando que su hermosura era tan grande que obligaba a los dioses a sujetarse a ella (que las que se juzgan de esta natural gala estar vestidas y adornadas, fácilmente darán crédito a que las mas altas deidades se enamoran de ellas); comunicólo con sus amigas, jactándose de haber me-