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HISTORIADORES DE CHILE.

indios a mirarme a la cara, estando debajo de su amparo y favor; que esos que decian andaban derramados de seis en seis y de ocho en ocho, no habian de andar en parcialidades ajenas con armas en las manos, sino era como tratantes y mercaderes de lo que tenian necesidad; que aunque hubiesen venido con el disinio que nos aseguraba el mensajero, seria por si podian cojerme solo, o con algunos muchachos, en la campaña, como los dias atrasados que nos alargamos hasta el rio de la Imperial, y puede ser hubiesen tenido ciertas noticias de nuestro paseo y viniesen a buscar otra ocasion como la pasada: que entender que habian de atreverse a llegar a casa de ningun principal cacique a sacarme descaradamente, lo tengo por imposible, amigo y camarada. Habeis pensado mui bien (me dijo Quilalebo): estados en casa, que aquí tendrémos nuestros parientes y amigos con toda prevencion y cuidado para lo que se puede ofrecer. Mandó hacer fuego y sacar un cántaro de chicha para el recien venido mensajero, que entre todos le bebimos, y sosegados con las razones que me oyeron, volvimos a continuar el sueño, habiendo ántes enviado a prevenir viniesen con sus armas los comarcanos deudos y amigos, que en distrito de una cuadra poco mas tenian sus ranchos, que al amanecer estuvieron con nosotros mas de veinte indios con sus lanzas y flechas, a saber del cacique lo que habia de nuevo; con cuya llegada nos levantamos todos de las camas, y el cacique Quilalebo, agradecido a su puntualidad y cuidado, los festejó con ocho o diez cántaros de chicha y con un espléndido almuerzo y abundante: porque era el viejo magnánimo, ostentativo y agradable, por cuya causa todos los comarcanos le estimaban con respeto. Retiráronse a sus casas, habiéndoles dado a entender el aviso que habia tenido, de que se orijinó el darles parte, como a compañeros, amigos y deudos, para que estuviesen dispuestos y prevenidos para la defensa y amparo de su casa: porque no pareceria bien que estando yo alojado en sus distritos y en sus casas amparado, me sacasen por fuerza mis enemigos; a que respondieron todos, que no tenia que darle cuidado lo propuesto, que como yo no me desmandase en andar solo en esas campañas, de adonde me pudiesen arrebatar al vuelo, que de lo demas que recelábamos, me podia asegurar, porque ellos no podian faltar a mi defensa y a todo lo que les ordenase y fuese de su mayor gusto; con cuyas razones se despidieron, dejando a Quilalebo agradecido y gustoso, y el mensajero se volvió a casa de Tureupillan mi huésped, de quien habia sido despachado, y yo quedé continuando la compañía y asistencia de Quilalebo, mi amigo y camarada. Y mientras llega la ocasion de los mensajeros falsos de Lemullanca, que atras queda citado este punto, referiré la ocupacion y ejercicio de aquel dia, de que sacarémos algunos morales ajustados al intento principal de nuestro libro. Mushra imtery dronshing cojil sus ob ohni