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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

luntad me desea. Es verdad (me respondió el cacique) que todo lo que os toca y es de vuestra conveniencia y al seguro de vuestra vida encaminado, os lo deseo y solicito, y tened por cierto lo soñado. Quiéralo Dios así (Quilalebo amigo), que cuando se cumpla vuestra profecía, no os podrá faltar la capa azul y lo mas que fuere de vuestro gusto. Mucho estimo vuestro ofrecimiento, capitan (me respondió el buen viejo), y porque conozcais cuanto es lo que os estimo, aunque me veo cargado de muchos años, no os tengo de dejar de la mano hasta que con todo seguro os ponga entre los vuestros: y tomad esta palabra de mí, que la cumpliré a lei de quien soi, y no se han de pasar muchos dias sin que veais ejecutado lo que os he dicho. Agradecí al cacique la oferta que me hizo, con extremo, y proseguimos nuestra conversacion, que fué de várias cosas: solo referiré lo que a nuestro intento puede hacer al caso. Entre otras preguntas que me hizo Quilalebo, fué decirme si tenia algunos hermanos o hermanas, y cuántos; a que le respondí, que no tenia mas que dos hermanas, que estaban en un monasterio de monjas, adonde se habian criado desde mui pequeñas. Pues ¿para qué las entran en esos conventos? me volvió a decir mi camarada. Para que sirvan a Dios (le respondí), y para que esten apartadas de la comunicacion estrecha de los hombres; a cuyas razones me dijo, haciendo chanza y burla con los labios risueños: grandes embusteros sois los españoles, capitan amigo; ja mí me quereis dar a entender que las monjas no tienen comunicacion con los hombres? Bien parece que ignorais que he sido paje y criado de hombres mozos. Habeis de advertir una cosa (le repliqué al viejo), que de dia y en concurso de muchas relijiosas se permite comuniquen los deudos y parientes con las que lo son, y esto es estando de por medio dos fuertes rejas de hierro; y esta permision que tienen, es mui ajustada y conveniente, para que las pobres relijiosas y virtuosas señoras que se recojen a servir a Dios, puedan con decoro y decentemente sustentarse. Está bien lo que decis (me respondió Quilalebo); pero decidme, capitan cuempo, que quiere decir yerno, los que van de noche y a deshoras y entran dentro, ¿a qué dirémos que se encaminan sus pasos? Nunca se ha presumido tal cosa (dije como admirado), ni se puede dar crédito a semejante desvario, y si como lo decis pasaba el caso, pudiera ser que alguna criada, que dentro de los conventos suele haber algunas, fuese la que diese lugar a vuestro amo a poner en ejecucion tan horrendo sacrilejio y digno de toda admiracion; porque no se puede presumir, ni aun poner en la imajinacion, que mujeres consagradas a Dios N. S. se atreviesen a hacer ofensa de mayor marca a su verdadero esposo Cristo. Puede ser capitan, lo que decis (dijo Quilalebo): lo que os he referido, os podré asegurar por cierto. No quiero apretar mas este punto, ni especificarle con las circunstancias que el cacique lo refirió; basta que haya dicho el stilo y modo risueño con que escarneció nuestras costumbres. om Dejemos por ahora nuestra historia de la mano y discurramos un