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HISTORIADORES DE CHILE.

lo cumplí, como se verá despues en su lugar; con que se despidieron de nosotros. Y lo restante de la tarde quedamos conversando Quilalebo y yo sobre la pasada del indio con su español cautivo, bien tratado y bien querido, de que se orijinó decirme el viejo las razones siguientes: Veis aquí, capitan, los mas cauptivos españoles que andan entre nosotros, el tratamiento que tienen: comen con nosotros, beben con nosotros, visten de lo que nosotros, y si trabajan, es en compañía nuestra, como lo habréis experimentado en vuestro compañero y otros; que no quiero yo entraros a vos en ese número, porque correis por diferente camino, por quien sois, por capitan y por vuestro agrado, que naturalmente os llevais las voluntades de todos. ¿Por qué los españoles, pregunto ahora, nos tienen por tan malos como dicen que somos? pues, en las acciones y en sus tratos se reconoce que son ellos de peores naturales y crueles condiciones, pues a los cautivos los tratan como a perros, los tienen con cormas, con cadenas y grillos, metidos en una mazmorra, y en un contínuo trabajo, mal comidos y peor vestidos, y como a caballos los hierran en las caras quemándolas con fuego. Si acá hiciésemos eso con vosotros, no habia que maravillarse, cuando seguíamos el camino de vosotros; y con tener estos ejemplares (que siempre habeis sido los españoles los que nos habeis industriado en malas y perversas costumbres), no habemos querido imitaros en esto, por parecernos crueldad terrible y no digna de pechos jenerosos ni de valientes soldados. Verdaderamente que no dejé de quedar avergonzado y corrido, porque todo lo que dijo, sucedia así; respondíle al cacique, que en algunas cosas tenia razon, y que era cierto lo que habia dicho; pero que era imposible tener entre nosotros sin prisiones los cautivos y sin guardias, a causa de que al instante se ausentaban, y a cualquier descuido como perdices de entre las manos se desparecian; y que así no se admirase de que los tuviesen con prisiones y con guardias. Y el quemarles las caras con hierros ardiendo y otros instrumentos, capitan, ¿por qué lo hacen (dijo el viejo)? no es porque naturalmente nos quieren mal, y porque quieren vernos consumidos y abrasados? Nosotros ¿qué es lo que hacemos? defender nuestras tierras, nuestra amada libertad y nuestros hijos y mujeres, pues no es peor sujetarnos a padecer las desdichas, miserias, vejaciones y agravios que en otra ocasion os he significado que padecíamos? no nos está mejor morir en la demanda, que volver a experimentar nuevos tormentos y trabajos de la manera que los padecieron nuestros antepasados? Que los tenemos tan en la memoria, que es imposible que la tierra vuelva a sujetarse a los españoles, y deje de haber guerra perpétua y inacabable, porque aunque no quede mas que un indio solo, ese ha de andar con las armas en las manos y perecer con ellas ántes que vivir sujeto. Yo no supe verdaderamente qué responder a las razones que con tanta razon y verdad el viejo me proponia. Solo respondí, que no me maravillaba de que tuviese tan presente los antiguos modos con que