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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

ocasiones de peligro, que el que despues de sosegadas nuestras armas con las paces o treguas admitidas, y no a nuestra conveniencia encaminadas, experimentaban nuestros antiguos amigos, de que se orijinaron las inquietudes y alborotos que hoi estamos llorando sus efectos: y entre los pesares, vejaciones y molestias que padecian los mas allegados a nosotros y primero reducidos, fué uno de los mas sensibles el ver los aplausos, estimaciones y honras que a los nuevamente reducidos tan a manos llenas comunicaban, y el olvido que en los ánimos españoles había entrado para con los que habian sido verdaderos y leales vasallos de S. M., y ayudado a la conquista y reduccion de los rebeldes; que verdaderamente no les faltaba razon, porque con la que les sobraba, nos argüian y calumniaban de ingratos, fáciles y con demasía confiados. éramos, porque Ingratos lo primero nos calumniaban y decian que habiendo ellos sido amigos de tantos años, y los que con las armas en las manos trabajando y guerreando habian ayudado a reducirlos, o despoblarlos de sus tierras, y retirarlos adentro, para que hallándose destituidos y enajenados de ellas con pérdidas grandes de mujeres, hijos y parientes, se humillasen y redujesen a dar rendidos la obediencia, siendo ellos alguna instrumental parte para el efecto; fuesen preferidos y antepuestos los otros en la estimacion y trato que de fuero y obligacion precisa a ellos se les debia, por la antigua amistad y asistencia ordinaria a nuestro ejército. Levántase o aparece en este lugar una cuestion dudosa, que al parecer de algunos puede ser difícil: que si los nuevos amigos (dice Ciceron), aunque sean dignos de amistad, se han de anteponer en ella a los antiguos, que por experiencias largas estan conocidos y aprobados; y responde Ciceron, que es una duda bien indigna de quien tiene racional discurso, porque si para conocer y experimentar la fidelidad de un amigo es menester comunicacion larga, y aun comer mucha sal en compañía, para que el beneficio o don de la amistad se tenga por lleno y firme, como mas adelante nos lo enseña el mesmo autor, ¿por qué razon o causa se puede dudar de que el amigo antiguo, a poder de años y experiencias conocido, no haya de ser a los nuevos preferido? Eso es lo justo dice; aunque no se deben repudiar los noveles y nuevos amigos, a los antiguos no les ha de faltar su lugar primero. Por esta razon la tuvieron nuestros antiguos amigos en culparnos de ingratos, habiendo de ser ellos los que habian de gozar de los favores y agasajos que a manos llenas a los noveles amigos se comunicaban. De fáciles y livianos nos calumniaban constantes, pues dejábamos lo antiguo por lo nuevo, lo cierto por lo incierto lo cambiamos, sabiendo la poca estabilidad que tiene y ha tenido el comun de esta bárbara nacion en sus amistades y palabras, que solo atienden a sus conveniencias y provechos, y al interes que se les sigue de nuestra comunicacion y trato; de quienes pudiéramos decir lo que el profeta Isaías de los infieles príncipes: todos aman las riquezas y los dones, y siguen