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HISTORIADORES DE CHILE.

han de estar siempre solicitando por todos caminos, con simuladas paces, desvanecer nuestros intentos y asegurar mas sus traiciones. Demos casos de que verdaderamente den las paces estos indios, como de ántes estuvieron reducidos, que no dudo se hallarán gustosos todas las veces que de nuestra parte queramos admitirlas, por ser de su mayor conveniencia las treguas o amistades de los españoles; pero ¿de qué provecho y utilidad son a Dios N. S., al Rei ni al reino, semejantes paces como las pasadas, dejándolos vivir a sus anchuras, en diversas quebradas cada uno, si no han de conocer a Dios, tributar al Rei, ni ayudar en algo al reino; dándoles lo que han menester, dejándolos quietos y pacíficos en sus ranchos, ociosos y adquiriendo armas y caballos? Esto es habiendo de vivir nosotros como cristianos y conforme a sus capitulaciones, que si ha de correr por el corriente stilo y acostumbiado gobierno, no les puede estar a cuento el conservarse, y a nosotros mui nal el tener amigos y súbditos ociosos y dueños de sus voluntades; que, como dijo don Lorenzo Ramirez, de la summa felicidad y del ocio que gozan, suele orijinarse gran daño a la república, porque la maldad es jeneral parto de la quietud y del ocio, y de bárbaros rústicos levantarse a mayores hallándose desahogados y sin sujecion alguna, y dar ingratitudes por obsequios. Así lo notó un moderno autor en estos siguientes versos: Rustica gens est. optima flens, et pessima gaudens; Ungentem pungit, pungentem rusticus unget. Aflijida y apretada Esta bárbara nacion, Es buena su condicion, Mui humilde y sosegada: Mas en viéndose ensalzada Con agasajos y honores, Muestra luego sus rigores, Hiriendo al que no le hiere; Y el que la maltrata adquiere Lo que no hicieron favores. Con los trabajos la rústica nacion y bárbara es con extremo buena, humilde y mansa, y con el regalo y ocio a mayores se levanta; mas, lo que habemos experimentado en esta chilena nacion, es entre los principales y hombres nobles grande agradecimiento a los beneficios que reciben, y contumaces con extremo en perdonar las molestias y los agravios que les hacen; el comun y la plebe tiene su mas y su ménos, y los otros son mas hijos del rigor que del halago, si bien es conveniente mezclar el uno con el otro, de manera que no les obligue el demasiado amor a ser altivos, ni la severidad, con ira cruel acompañada, les solicite alientos desesperados para ejecutar cauteloscs lo que el valor y esfuerzo no intentaran: que la angustia y opresion en el humilde siervo suele hacer animoso al mas cobarde, como nos lo advierte Séneca, y el verso virjiliano, tan célebre como antiguo, nos lo enseñó con elegancia: