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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

veloz la pluma; mas, por haber sido dilatado el capítulo, le acabaré con decir, que con semejantes gobiernos es imposible haya paz firme en Chille, ni que esta guerra tenga fin dichoso; que le tuviera fácilmente si la justicia y la razon ocupasen el lugar que la cudicia, el interes, la aficion y la pasion tienen usurpado, con dar los oficios y los premios por semejantes respetos: que es forzoso que los ministros que ferian por dineros sus ascensos, y los que por deudos y parientes los han adquirido, tengan del superior apoyo descubierto, y sus maldades, sus desafueros y ladronicios segura proteccion y amparo manifiesto. A cuya causa es bien que los que gobiernan, esten sin estos embarazos, sino es que sean tan ajustados, que imiten a Jesucristo S. N. en su gobierno, ajustándose con sus obras a ser dioses de la tierra, como lo enseña con sus acciones el divino Juez de cielos y tierra, no dando los premios ni los honores a quien no los merece por su desvelo y trabajo. Llegó la madre de los hijos del Zebedeo, o los hijos por medio de la madre, a pedir sillas o los mejores asientos a nuestro Dios y Redemptor J. C., juzgando que por deudos y parientes mui cercanos las tenian mas bien merecidas que otros; y respóndeles el Supremo Señor: sois unos uecios incapaces, que no sabeis lo que pedis: ¿podeis beber el cáliz que yo tengo de beber, y padecer los trabajos que yo? Respondieron esforzados y arrogantes: possumus, Señor, podemos mui bien beberle y tolerar los trabajos que por delante se nos pusieran. Pues, ¿por estos alentados y animosos brios y deseos, acompañados con las obligaciones de cercanos deudos de Cristo, dióles las sillas o asientos preeminentes que pedian confiados? no, por cierto; ¿comunicóles las honras y dignidades que apetecian? tampoco, ni de ninguna manera asintió con sus deseos, ni con sus súplicas, porque el superior atento y el príncipe cristiano imitador de Cristo no debe dar el premio, ni el galardon franquearle, a quien dice que podrá llevar la carga trabajando, ni a quien a título de dendo le solicita ambicioso, sino es a aquel que le ha merecido con contínuo desvelo y excesivos trabajos. Notólo así el insigne doctor de la Iglesia San Gerónimo sobre el capítulo 9. de Isaías, diciendo, que cuando llevaron a Cristo S. N. al suplicio, cargó la cruz de su pasion, con lo cual mereció el principado, que con la penalidad y el trabajo se adquiere; y al intento el fénix africano, luz de los doctores, profundamente dijo, que porque no se presumiese que el eterno Padre daba la potestad y el mando a su hijo por serlo, permitió le adquiriese por méritos y trabajos, viviendo entre los hombres como hombre: son sus palabras sobre las del coronista San Juan en el cap. 5, que dicen, que dió la potestad a Cristo de juzgar, por ser hijo del hombre. Aquí San Agustin: para que se muestre y se entienda, que no por el peso y gravedad de la naturaleza se le entregó al hijo la potestad del juzgar, sino es por el conocimiento y distincion de los méritos adquiridos en la naturaleza humana. Y los príncipes superiores, presidentes y gobernadores de las Indias, que anteponen a los méritos adquiridos con trabajo y desvelo, la sangre, el afecto, la