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HISTORIADORES DE CHILE.

amistad, al criado y familiar, al poderoso y al rico, ¿dirémos que sus gobiernos son guiados por la mano de Dios? no por cierto; mas no faltarán en estos tiempos profetas falsos, que apoyen y palien semejantes gobiernos, que pudiera señalar muchos con el dedo. Sobre el de Cristo S. N. se funda el buen gobierno y el réjimen cristiano, y con él se adquieren con felicidad los fines que se desean, las tranquilidades que se buscan, la paz, la quietud y el descanso, que en tan dilatados tiempos no se han podido conseguir en este reino de Chille, porque son preferidos los dineros y otras dependencias dichas, sin hacer memoria ni caudal de los que han derramado su sangre en servicio de su Rei y señor. Estos son los gobiernos de las Indias.

CAPITULO XV.

En que se prosigue la conversacion del cacique Quilalebo, y se trata de la muerte del gobernador don Martin García de Loyola. La historia en este libro no es el principal fundamento dél, como queda advertido, que solo sirve de significar y dar a entender las ciertas noticias que adquirí en mi prision y cautiverio, de los subcesos pasados y antiguos infortunios, tan verdaderos en aquellos tiempos como continuados en estos, y a nuestra costa bien experimentados; de cuyas advertencias y reparos el blanco de mis discursos se orijina. Volvimos a cojer entre manos la hebra de nuestra conversacion Quilalebo y yo, porque verdaderamente deseaba en extremo tener muchas noticias de los acaecimientos antiguos, y así, todas las veces que podia abrir la puerta al camarada, no excusaba hacerlo. Rodeáronse de manera las razones, que tocamos otra vez en las señoras reclusas, que con lo que en la pasada ocasion le dije, parece que quedó bien satisfecho, diciendo que le asentaba y le parecia ajustado mi parecer. Porque verdaderamente la opinion y crédito de aquellas señoras monjas era loable y buena, como se experimentó en una de las que cautivaron en el tiempo que asolaron las ciudades antiguas; y por saber el caso rogué al cacique me le refiriese, con las circunstancias que sabia, que tendria sumo gusto en escucharle; quien con semblante agradable y apacible rostro dijo las siguientes razones: Habeis de saber, capitan (dijo el viejo), que cuando mataron al gobernador Loyola, se levantó nuestra tierra y se despoblaron las ciudades y fortalezas que entre nosotros habia. Tened por vuestra vida (dije al cacique), que habeis llegado a tocar una materia que deseaba con extremo ser sabidor de ese caso, y me haréis grande favor de contármele ántes que paseis mas adelante. Aunque no podré con todas circunstancias (respondió el viejo) deciros de la suerte que sucedió ese trájico subceso, que me pedis os repita, con todo eso, por mayor os referiré lo que alcancé a saber de algunos que se hallaron en su muerte. El gobernador Loyola (prosigue Quilalebo), segun la voz comun