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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

y lo que nosotros llegamos a alcanzar, era mui buen Apo, que quiere decir gobernador. Y verdaderamente que habia venido a estas ciudades antiguas a remediar muchos excesos y malos tratamientos, que por los vecinos y encomenderos padecian los naturales, con cuya asistencia (aunque por poco tiempo) experimentaron su piadoso celo y jeneroso corazon. Determinó volverse a las fronteras, con harta repugnancia de los pobres, que con su presencia y amparo tenian algun consuelo, y sus trabajos alivio; estando, pues, para salir de esta ciudad de la Imperial y subir en su hacanea, of decir por cosa cierta, que se le cayó el freno a su caballo: otros dijeron, que un perro o lebrel que le acompañaba, al poner el pié en el estribo, embistió al caballo, y con los dientes hizo presa en las cabezadas, y se le quitó rabioso, cosa que con admiracion la ponderaron todos, y rogaron al gobernador que suspendiese su viaje por algunos dias miéntras aquel prodijio con el tiempo manifestaba efectos contrarios a lo que daba a entender en su partida. Atropelló valeroso el gobernador los pareceres del comun concurso, deseoso de volver a sus fronteras, entónces molestadas solamente de los Purenes y sus contornos; porque lo restante de la tierra estaba reducida y sujeta a los españoles, si bien algunos de grado, y otros a mas no poder y a fuerza de armas: estos daban paso a los rebeldes y avisos ordinarios de los disinios que entre si los españoles maquinaban; que no hai peor enemigo, que aquel que con capa de amistad, emponzoñado encubre su malicia, Decis mui bien (dije al cacique), que habemos de temer mas a los amigos falsos, que a los enemigos descubiertos; que los halagüeños mienten y engañan, manifestando apacibles semblantes, cuando sus corazones estan dañados y rabiosos. Así lo sintió el profeta Jeremías diciendo: invoqué y llamé a mis amigos para que viniesen en mi ayuda, y como falsos traidores me engañaron; y así se debe temer mas (como decis) al enemigo halagüeño y solapado, que al traidor descubierto y declarado, como lo notó una docta pluma de la compañía de Jesus. Pasad adelante, amigo Quilalebo, con vuestra historia (dije), que a vuestras razones me teneis atento. Salió el gobernador (pros guió el cacique) con sesenta capitanes (que a los hombres de valor y reformados les daban este título) y con otros muchos de la ciudad, que a la primera jornada le acompañaron, y a la segunda los despidió, quedándose con solo los sesenta, poco mas o ménos, segun lo corriente y la comun opinion. En esta sazon algunos cosarios de los enemigos Purenes solícitos asechaban los caminos, o por algun aviso secreto, buscaban la ocasion que deseaban: otros quieren decir que salieron solo con disinio de vaquear en las montañas para llevar carne a sus habitadores, y que inopinadamente reconocieron al gobernador, que el segundo dia venia a alojarse al valle de Curalaba; y que estos vaqueadores dieron aviso a Pelantaro, que era el gobernador de aquellas ayllareguas o parcialidades, con que se determinó con ducientos indios a salir en su demanda y gozar de la ocasion que el tiempo les ofrecia. Esa es la