Página:Cautiverio feliz, y razón de las guerras dilatadas de Chile.pdf/367

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
353
NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

mente para aflojar la rienda del trabajo; y el sabio rei nos dice, que no amemos al sueño, porque con él no se halla lo que se desea; y como cantó el otro poeta, en la cama regalada y blanda no se puede hallar la ciencia ainabi y sabiduría: ob zob obition of condition of bondasun aula Nec yacet in molli veneranda scientia lecto. Entre velos corridos, En cama blanda y lechos deliciosos Se duermen los sentidos Y los discursos se hallan perezosos, bi Sin que la ciencia tengaan V Quien su lugar, ni asiento le prevenga. huling nat atto nozsiniv Y principalmente a los que profesan el ejercicio de las armas, vedó San Crisóstomo semejantes lechos y muñidas camas; sobre el lugar del profeta Amós, que dice: jai de vosotros los que dormis en lechos bruñidos y adornados! dijo este santo despues: el soldado vijilante duerme en el suelo, no en regalada ni muñida cama, porque obliga el descanso a sujetarse al sueño, y con él olvidarse de sí mesmos. Así les sucedió al referido gobernador Loyola y a sus valerosos soldados, que dormidos pagaron con las vidas su descuido y poca prevencion, para ejemplo de los que militan y gobiernan. Despues de haberle escuchado a mi amigo y camarada la trájica relacion y muerte del jeneral Loyola, y agradecídole la lisonja y el favor que con su narracion me habia hecho, le rogué que no pasase en blanco la principal materia con que dió principio a nuestra plática en razon de la monja captiva; y el buen viejo prosiguió con las siguientes razones. Con el suceso de la muerte de Loyola (dijo Quilalebo) pasó la flecha de los de Puren a todas nuestras parcialidades, que las mas de ellas hubieron menester poco para alborotarse, y con el aviso del lastimoso caso para los españoles, como para nosotros bien afortunado, en breve tiempo se unieron las voluntades de los vejados vasallos, que rabiosos facilmente ejecutaron su ira y el enojo que contra sus señores y encomenderos encerrado y oculto obtenian en sus pechos; con que unas ciudades fueron asoladas luego, y otras estuvieron algunos dias sitiadas y aflijidas, hasta que al cabo la necesidad y el hambre trajo algunas a nuestras manos. Entre estas fué una la ciudad de Osorno, adonde estaban las monjas que os he dicho. Pasados algunos dias, hallaron ocasion los nuestros de embestir al fuerte adonde se habian recojido los sitiados, por haber apresado las centinelas debajo de cuya vijilancia se juzgaban seguros, a cuya causa habian salido del fuerte las mujeres y criados a buscar que comer porque perecian: y lo que solicitaban era unas yerbas del campo y algunas cosas inmundas, como eran caballos muertos y aun perros y gatos, que comieron mucho de esto. Embistieron al fuerte, como he dicho. matando y cautivando a los que hallaron fuera, y fueran dueños de todo lo demas que habia dentro, si la cudicia del pillaje no los hubiera cegado; que ocupados en él y en la presa de las