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HISTORIADORES DE CHILE.

mujeres, que tenian por snyas, dejaron de acudir a lo principal, que era acabar de rendir el fuerte y sujetar los pocos españoles que quedaban dentro; que habiendo visto a los nuestros embarazados con la presa que tenian, se determinaron valerosos, y embistiendo concertados, desbarataron a los nuestros y restauraron lo perdido, quitando las mujeres y monjas que ya tenian por suyas nuestros soldados, entre las cuales fué una de las monjas que os he dicho, que estas y otras tres o cuatro quedaron presas, porque los dueños se adelantaron y se vinieron con ellas. A esta monja la trajo a su casa un indio principal y valeroso soldado, hijo de un cacique viejo, y estimado de todos por su consejo, sagacidad y astucia; y habiéndola elejido por su mujer y esposa, llevado de su pasion y apetito, me contó várias veces que quiso llegar a la ejecucion de su deseo, y queriendo cojerla de los brazos se hallaba como impedido y maniatado solo con mirarle la señora, cubiertos de lágrimas los ojos, sin hablarle palabra, con un saco de jerga sobre su cuerpo, y en lugar de camisa me significó que traia puesto a raiz de sus carnes un jubon de cerdas de caballo: todo esto dijo que le obligó a tenerla tanto respeto, mezclado con un temor orijinado del alma, que no le daba lugar a forzarla, aunque se inclinaba a ello, porque es de ánimos jenerosos lastimarse de los aflijidos. Decis mui bien, Quilalebo amigo, que solo en un pecho pusilánime y cobarde no tiene lugar la misericordia, como lo notó el ilustrísimo Villarroel. con esto el cacique) el furor de su precipitado apetito, juzgando que por corteses y amorosas razones le seria mas fácil reducir a su gusto y voluntad a la que no podia ni aun mirar a la cara con violencia. Redújose a lo dicho, y aguardó a que la monja se sosegase y enjugase las lágrimas que le aflijian, por ver si la hallaba de diferente semblante que al principio. Llegó cuando pensaba estar mas consolada y fuera del susto y pavor que le causó el asalto, y con palabras amorosas, blandas y corteses la dijo las siguientes con ternura: bien sabeis, señora mia, que sois mi esclava, y como tal debeis estar sujeta y subordinada a mis mandatos; estos se encaminarán tan solamente a que os ajusteis a hacer mi gusto, admitiéndome de grado por vuestro esposo, y con buena voluntad, para que yo os lo agradezca y estime mas, pues sabeis que con violencia y a pesar de vuestro gusto pudiera yo obligaros a lo que humilde y manso os estoi rogando. A que le respondió con severo rostro y relijiosa autoridad, que siendo esposa del Rei de cielos y tierra, cómo podia admitir en su pecho a otro ninguno, para que ni aun con el pensamiento manchase su corazon ni el alma; que primero perderia mil vidas, si las tuviese, que faltar a la obligacion de verdadera esposa de J. C. S. N., a quien estaba consagrada con voto inviolable; y que así no se cansase, ni se persuadiese de que habia de hallar en ella la menor flaqueza del mundo; y que cuando él quisiese tener con ella tal atrevimiento, queriendo poner en ejecucion sus torpes deseos, que tenia por mui cierto que habia de quedar mui rigurosamente castigado, y aun muerto