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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

la ira de Dios. El profeta Joel amonestó a los de Judá que santificasen el ayuno; sobre lo cual dijo San Gerónimo: para que se muestre y sepa que el ayuno santificado con buenas obras, aprovecha a la salud de los pecadores; y así lo sintió Teodoreto. Buen ejemplo tienen los soldados en estos bárbaros infieles y en las utilidades que se siguen de la abstinencia y ayuno; pero diránme los de Chille (valiéndose del antiguo adajio): harto ayuna quien mal come y peor viste: y ya que habemos llegado a tocar esta tecla, no es bien que levantemos la mano hasta ver la consonancia que hace, y el sonido que deja en los oidos; que puesto que las digresiones y reparos son el principal fundamento de este libro, no las extrañará el letor discreto. omiant aning an Quien mal come y peor viste, dice el soldado de Chille que harto ayuna, y no dice mal, pues es cosa averiguada y cierta que entre todos los ejéreitos que S. M. sustenta (segun estoi informado de muchos que han continuado los de la Europa y estos), no llega ninguno a experimentar tantos trabajos, tantas desdichas y miserias, como las que son ordinarias en los soldados de este reino. Signifiquemos algo de lo mucho que padecen y toleran los mas con paciencia y sufrimiento. Desde el punto que sientan plaza para Chille, dan principio a parecer soldados de avería, porque los oficiales que los levan y conducen, mas atienden a ser piratas de su dinero, que tutores ministros de sus conveniencias, como debian serlo; con que cuando saltan en tierra algunas tropas (que no todas vienen por igual desnudas, porque adonde hai oficiales desatentos, otros son de conciencia, bien mirados y celosos de la obligacion que tienen), salen de tal suerte de las embarcaciones, que parecen mas indios que soldados, sin camisas ni espadas, quejándose de los oficiales mayores y menores, porque unos a título de las banderas, otros de las despensas, otros de las coimas, no les dejan jugo, ni aun sangre dentro de las venas. Desta suerte los entran en un tercio, a la entrada de un hibierno riguroso, adonde con los frios, hielos y aguas contínuas perecen muchos; y los que quedan vivos, ¡cuántas desdichas padecen! cuántos trabajos y miserias toleran! unas veces marchando a pié desnudo cuatro y cinco leguas, y en algunas ocasiones, como testigo de vista, sustentándose con sogas de cuero de vaca y algunas adargas viejas de lo propio tosta das en el fuego, y con esto un contínuo trabajo en amurallar todos los dias los alojamientos y cuarteles con fuertes estacadas de madera, abriendo la tierra y cavándola muchos con sus espadas, otros con machetes y cañas bravas ahuzadas, que llaman acá coleos; los soldados de a caballo, cortando estacas para lo referido y conduciéndolas al cuartel en sus caballos, demas de esto segando yerba con sus manos para el sustento de ellos, trayendo la leña a cuestas los unos y los otros para los fogones de sus guardias y para el servicio de sus ranchos: y estas son ordinarias faenas de todos los dias, miéntras dura una campeada, despues de haber marchado (como tengo dicho) tres y cuatro leguas a pié. Esto es sin el contínuo trabajo de las guardias, postas y rondas,