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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

% NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN. calzad at dud ADETIAP TRIER de trecientos no se hallaban hoi en ellas cuarenta asistentes. Y esto se ha orijinado de los rectos jueces y ministros, que hai algunos que tienen por gala y flor el hacerse aborrecibles y odiados de todo el jénero humano, por querer parecer fieles y puntuales ministros, juzgando por este camino conseguir el lugar y asiento de la privanza de los príncipes y superiores que gobiernan; que, como dijo Horacio, no es lo mas el saberla adquirir. -11000101 Halldy Principibus placuisse viris, non ultima laus est. a sim No es la última alabanza Que se le puede aplicar El que supo granjear Del príncipe la privanza, Si con vana confianza p No la supo conservar. El saber ser amado, bien querido de todos y estimado es lo summo del saber y lo primero del buscar; y con qué poca dilijencia pueden los que son privados, conseguirlo y alcanzarlo, que con solo un buen agrado y un cortesano lenguaje lo consiguen; que si no pueden obrar, satisfacen con buenas razones, que con ménos adquirió gran nombre un privado de un emperador jentil, de quien dijo Virjilio lo siguiente: Omnia cum posses tanto cum carus amico, Te sentiit nemo posse nocere tamen. Siendo él todopoderoso Y en la privanza subido, Fué de todos bien querido Por cortes y jeneroso. Ninguno se halló quejoso De su noble proceder, Porque supo complacer Al pobre y necesitado Con mansedumbre y agrado, Que es lo sumo del saber. de votrshes bleuples, obl Que siendo tan dueño de las acciones del príncipe (dice) y por sí tan poderoso, no usó de la potestad y mando para hacer mal a ninguno. ¡Qué al reves de lo que algunos ministros privados usan, poniendo todo su cuidado y desvelo en ser spíritus de contradicion para lo que es encaminado al bien comun! y se deleitan y complacen con el daño ajeno, porque jamas supieron encaminar sus acciones a hacer bien a ninguno, ni aun con las palabras, siendo un jénero que cuesta poco y se estima mucho en ocasiones. Y porque no dejemos de la mano los infortunios y calamidades del soldado de Chille, proseguirémos con ellas en el capítulo siguiente.