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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

suficientes para ser preferido y antepuesto a otros no de tantos años de servicios, y estando actualmente ocupado en el puesto de maestro de campo jeneral, pobre y destituido de todo remedio por haberse perdido todas mis haciendas y heredades con la total ruina de las fronteras, me opuse a una vacatura de indios; que teniendo por sin duda muchos que no me podian faltar habiendo de observarse lo dispuesto y ordenado con justificado acuerdo por cédulas reales, diversas veces repetidas, me ofrecian cuatro mil pesos, que darian por via de pension para el remedio de una pobre hija que en un convento de monjas tenia puesta, a expensas ajenas sustentándola. Y habiendo representado por memorial mis méritos y pobreza, y de palabra muchas veces mis grandes necesidades, mis trabajos y miserias, acompañadas con los gastos del oficio de maestro de campo que estaba ejerciendo, que al mas inhumano príncipe movieran a compasion y lástima mis plagas, y el tenerlas presentes y a sus ojos, no pude conseguir lo que de fuero y de derecho me pertenecia; porque sin duda alguna fué en mi daño y en mi contra lo que me pareció seria en abono de mi pretension y súplica, representando la conveniencia que me hacian con los cuatro mil pesos, para el remedio y estado relijioso de mi hija, huérfana y pobre, pues fué público y notorio que la encomienda se dió al que exhibió los cuatro mil patacones, teniendo cien mil sobrados, que por esto fué preferido sin tantos méritos: que esto puedo decirlo sin rebozo alguno, porque los desapasionados y ajustados a la razon y a la verdad, y aun los que no lo son, no podrán negar lo que es tan patente y claro, que si hubiesen de pesarse los méritos y servicios como debia en presencia de dioses de la tierra, no excusara jamas poner los mios en balanza.

CAPITULO XXVI.

En que se prosigue el descoco con que se venden los oficios y el poco lugar que tienen los méritos; de cuán buenos principios muestran los que entran a gobernar el reino; de como se truecan al instante sus acciones, y del castigo que merecen los que no guardan y cumplen las cédulas de S. M. Por haber sido esta venta a los principios de gobierno, no fué tan sin rebozo como otras que despues se ejecutaron, que bastó en esta quitar el premio al benemérito por pobre, y dársele al poderoso y rico sin serlo tanto. Y ántes que refiramos otras simonías y tratos semejantes, significaré de la suerte que entran en estos gobiernos algunos gobernadores, principalmente los que son de prestado y vienen por interinarios. Estos son como los que dice el Evanjelio, que traen las vestiduras, esto es, los exteriores de pieles de ovejas, y en lo interior del alma son voraces lobos y fieras desatadas; entran publicando la salud al dolorido, y son la mesma enfermedad para acabarlo. ¡Con qué buenos principios paladean el gusto! qué justificados se nos muestran! qué quitados de cudicias y ambiciones! y qué celosos se