ticia que a un tribunal de estos acompaña, que los habitadores que las asisten. A cuya causa es sin duda que en mui breve tiempo y a pocos lances no se han de componer los reinos y provincias de otras personas que letrados, jueces y escribanos, procuradores, notarios, receptores y demas ministros menores y mayores, criados y criadas de dichos tribunales, que tambien son fiscales y chupones de los pobres, que con astucia y maña les hacen dar de sí lo que no pueden; y en resolucion han de venir a ser la total ruina de nuestra real corona, por causa de que los mas nobles y principales caballeros se arriman al camino de las letras, teniendo por sin duda asegurada la renta, y aun despues de muertos (como la tienen los oidores), y el premio de su trabajo conocido, bien al contrario del que aguardan los que se aplican a continuar las armas y servir a S. M. en los reales ejércitos de estas continuadas guerras de Chille, que es de lo que puedo hablar con experiencia.
CAPITULO XXX.
En que se trata del poco premio que tienen los que sirven a S. M. en estos remotos reinos, y cuán aventajados se hallan los que se aplican al ejercicio de las letras; y de cuán perjudicial es la muchedumbre de letrados y jueces, que adonde hai ménos está la justicia mas en su lugar. Pruébase con algunos lugares sagrados, y de algunos letrados doctos y bien intencionados. Vamos ahora discurriendo por lo dicho y sepamos si hai algunos de los que han derramado su sangre y con todo crédito y opinion servido a S. R. M. treinta y cuarenta años efectivos, que hayan tenido o tengan sus herederos algun premio o galardon en estos ejércitos de Chille. Díganlo las rentas, los honores que gozan, los hábitos que poseen los soldados de Chille, pues en estos ejércitos no se ha conocido alguno que autorice las armas de S. M. ¿Hase visto algun ministro consejero que haya representado al Rei N. S. los méritos y servicios de los que han sido efectivos en estos trabajos y desdichas de Chille? Que por demasiado pobres, no tienen ni han tenido con que representarlos, ni con que parecer en la presencia de su Rei y señor, que como tan justificado monarca se doliera y lastimara de los que le sirven con todo amor y desvelo. Lo que sabemos es que los que ménos han asistido personalmente en estas fronteras, han hecho relaciones e informes de ellos con toda ventaja los ministros consejeros de este reino, sabiendo verdaderamente que son falsos, como me lo confesó cierto consejero; que porque han tenido dinero con que hacerlos y acompañarlos, se pasa por todo, y estos son los que se llevan el premio del trabajo de los pobres, que por tales estan siempre arrinconados y abatidos, sin que algun consejero ni ministro superior se acuerde ni aun de mirarlos a la cara, porque viven con los ricos y respetan a los poderosos, olvidando a los soldados valerosos que no tienen mas caudal que las armas y caballos con que sirven al Rei N. S., y despreciando a los que no han sabido adquirir (o robar, por mejor decir) cuatro pesos o millares, desnudando al pobre soldado y encargando la conciencia, para ser aplaudidos y estimados.
