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HISTORIADORES DE CHILE.

Estas son las causas principales por adonde (como voi diciendo) no puede tener este reino paz ni sosiego; guerra sí perpétua e inacabable, porque las letras supeditan a las armas y las aniquilan y abaten. ¿Qué letrado hai que mire a un soldado con buenos ojos, aunque sea a un jeneral de un ejército? porque son tan soberbios y tan hinchados, les que parece que ellos son los dioses de la tierra y que no tienen igual en ella.lor pe mal Verificase lo dicho con lo que le subcedió a J. C. S. N. con un letrado lejisperito que llegó con mala intencion a tentarle; que aun al mesmo Dios quieren oponerse, juzgando aventajarse a la divina sabiduría con altivez y soberbia: preguntó este cauteloso sabio, qué dilijencia seria bien hacer, para conseguir la vida eterna y el celestial descanso; a que le respondió J. C.: ¿qué es lo que está escrito en la lei? y cómo lo entiendes? Respondióle el letrado: amarás a tu Dios con toda tu alma, con todo tu corazon y con todas tus fuerzas, y a tu prójimo como a tí mesmo. Mui bien has respondido, y tu respuesta me ha agradado mucho, le respondió el Salvador. Volvió el letrado a decirle, que quién era su prójimo, pareciéndole justificar mas sus acciones y manifestar su sabiduría, su capacidad y entendimiento, queriendo dar a entender que no habia quien pudiese igualarle, ni ser su prójimo mereciese. Repararon aquí los santos doctores, principalmente el anjélico doctor Santo Thomas, en el decir del letrado, que quién era su prójimo; sobre lo cual dijo: así como el letrado se vió aplaudido de nuestro Redemptor, y alabada su respuesta, entró en él tan gran desvanecimiento y soberbia, que juzgó no podia tener igual ni prójimo a quien compararse; que como ruin engrandecido y alabado, se levanta, se hincha y ensoberbece. Esto se entiende en lo jeneral y en lo comun, que en la excepcion de la regla se hallan muchos caballeros togados corteses, agradables y sin jénero de altiveces; que el que es de ilustre sangre y de conocida prosapia, la garnacha no le altiviza, ni las letras no le entumecen. ¿Hai algun consejero de estos reinos (volviendo a nuestro intento) que se acuerde de pedir sillas o asientos honorosos para los pobres soldados que han derramado su sangre en servicio de su Rei, como lo hacen y solicitan para sí, para sus deudos y parientes? Pues siendo así que tiene un oidor de los mas pobres y ajustados de Chille, mas caudal en alhajas y trastes de casa, que todos los capitanes juntos y jenerales del ejército; que me han certificado que cuando promueven a alguno para otra plaza, de lo que no puede llevar sin embargo, vendido y feriado a otros jéneros, saca mas de diez mil patacones: y vemos con todo esto que las pensiones que se echan, y otras conveniencias que se solicitan, todas son para las audiencias, para los tribunales y consejos, sin haber quien pida ni solicite hacienda o lugar para el soldado pobre y desdichado, ni se acuerde del fomento de las armas, porque gobiernan las letras en estos remotos reinos (que es de adonde voi hablando). Ellas son las preferidas, las que tienen el premio asegurado y el galardon adquirido; gozan de la quietud y del