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HISTORIADORES DE CHILE.

en este lugar su divina Majestad, que solo uno de los diez beneficiados hubiese vuelto agradecido a magnificar su nombre y dar gloria a su misericordiosa accion. Y este fué el que ménos obligacion tenia por ser extranjero, que las obligaciones y agradecimientos se reconocen mas bien en los extraños que en los que son antiguos compañeros. Así lo dijo en esta ocasion Teófilo calumniando de ingratos a los Israelitas por no haber imitado ni seguido al extranjero en accion tan heroica y agradable; como al contrario fué de gran desabrimiento para nuestro Redemptor haber experimentado la ingratitud en los suyos (como lo sintió el Abulense): que verdaderamente gustaba de que el beneficio comunicado en ausencia, fuese mas estimado y mas bien agradecido.

Con ventajas grandes manifestó este jentil su jentileza de ánimo en ser amigo verdadero, pues lo fué en ausencia sin embarazos de intereses ni afectacion de lisonjas, que ajeno de lo uno y de lo otro se hallaba para obrar con jenerosidad de ánimo y pecho valeroso.

De esta calidad y naturaleza son los indios, que algunos llaman ingratos, desconocidos y traidores; cuando con ciertas experiencias y antiguos conocimientos podemos decir los que dilatados tiempos los hemos manijado (dejando aparte el odio y la pasion que sus barbaridades han causado a muchos), que sus acciones y arrestos valerosos han sido justificados, por haberlos ocasionado nuestras tiranías, nuestras inhumanidades, nuestras codicias y nuestras culpas y pecados, que continuados mas en estos tiempos con mas descoco y descaramiento, atropellando la virtud y avasallándola; con que la guerra de Chile es inacabable, mas sangrienta y mas dilatada: que es a lo que se encaminan mis discursos ciertos y verdaderos.

CAPITULO VIII.

En que se trata de como al pasar el rio de Biobio, quedamos aislados dos dias aguardando tiempo oportuno, y de un paréntesis de una carta escrita al gobernador por mi padre, y la licencia que tiene para hablar el que bien sirve.

Prosiguiendo nuestra derrota, nos fuimos acercando al rio de Biobio, como dije, en un cuerpo hasta llegar a sus orillas, si bien al pasarle unos se adelantaron mas que otros, porque con ferocidad notable sus precipitadas corrientes se venian aumentando a cada paso, a causa de que el temporal con vientos desaforados y aguaceros deshechos nos atribulaban de manera que parecia haberse conjurado contra nosotros todos los elementos, pues en quince dias que nos dilatamos en llegar a sus tierras, no gozamos del sol ni de sus rayos dos horas contínuas; cuyos efectos me trajieron a la memoria el tempestuoso invierno que describe en sus Fastos el versista jentil:

Sol fugit et removet sub euntia nubila cœlum,
Et gravis effusis decidit imber aquis.