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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

El sol apresurado
De las nubes huyendo se ha escondido,
Y el invierno pesado
Se ha dejado caer tan desmedido,
Que tiene por el suelo
Derribados los astros de ese cielo.

Faltó el sol y ausentóse de nosotros porque las densas nubes se ocupasen en remover los cielos y enturbiarlos, para que con sus contínuas y descolgadas aguas fuese a los mortales el invierno grave, pesado y molesto. Llegamos (como queda dicho) los últimos de la tropa, al abrochar la noche sus cortinas, al caudaloso rio referido diez indios compañeros, un soldado de mi compañía llamado Alonso de Torres, que tambien iba cautivo como yo en esta ocasion. Pasamos el primer brazo a Dios misericordia (como dicen) y con grande peligro y riesgo de nuestras vidas; cuando fuimos a querer vadear el otro que nos restaba, no se atrevieron a esguazarle porque en aquel instante conocidamente se reconoció bajar de arriba con gran fuerza la avenida, y por ser el restante brazo mas copioso de agua, mas dilatado, y mas apresurada su corriente, determinaron quedarse en aquella pequeña isla, que tendria mui cerca de una cuadra de ancho y dos de largo, adonde habia algunos matorrales y ramones de que poder valernos para el abrigo y reparo de nuestras personas y para el alimento (aunque débil) de las bestias. Hiciéronlo así, porque la noche habia ya interpuesto sus cortinas, presumiendo que el siguiente dia se cansaria el tiempo porfiado y nos daria lugar a pasar con ménos riesgo y con mas comodidad el proceloso piélago espantoso que nos restaba. Mas fué tan continuado el temporal deshecho y abundante de penosas lluvias, que cuando Dios fué servido de amanecernos, hallamos que el restante brazo, multiplicadas sus corrientes, venia con mas fuerza y con mas ferocidad creciendo; a cuya causa nos detuvimos y quedamos aquel dia entre los dos rios aislados, por ver si el siguiente nos queria dar lugar a proseguir nuestro viaje. Y entretanto que aguardamos oportuno tiempo, permítaseme hacer un breve paréntesis, que puede ser de importancia para la proposicion de este libro.

En otro capítulo signifiqué el poco lugar o ninguno que tenian los antiguos pareceres y consejos, pues a los que con buen celo y intencion los daban, les respondian que era mui a lo viejo, como lo hizo el gobernador con mi padre en ocasion que le rogó que reparase nuestro tercio, porque habian certificado que estaban nuestras fuerzas mui disminuidas por la falta de jente que habia en las fronteras; y por no haber asentido con su parecer y consejo, nos sucedió nuestra sangrienta ruina. Al instante que tuvo el aviso del subceso y derrota de nuestro tercio, se partió el gobernador con la mas jente que pudo sacar de la ciudad de la Concepcion, para el tercio de San Felipe de Austria, adonde halló el ejército derrotado, con cien hombres ménos, entre ellos tres capitanes vivos y otros oficiales de cuenta. Aflijióse grandemente de haber reconocido