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HISTORIADORES DE CHILE.

los ordinarios preámbulos y términos retóricos que para tales ocasiones tienen estudiados; y a lo último de su discurso vino a decir, que el cacique Lemullanca y el cacique Namoncura, toques principales de Repocura, con otros caciques de la misma parcialidad, habian hecho junta de guerra en casa de Maulican mi amo y Llancareu su padre, toque principal asímesmo de sus distritos, de adonde habia salido el acuerdo y comun consentimiento de que enviasen por mí, para comunicar conmigo algunas cosas que al bien y quietud de su patria y tierra conviniesen; que puesto que estaba yà asentado mi rescate en trueque de Taigualgüeno y de otros a quienes deseaban ver libres con extremo, querian que me acercase a la frontera y asistiese en casa de mi amo miéntras que el mensajero Molbunante volvia con la resolucion que se esperaba; y para mas asegurar su engaño, les dijo, que aunque estaban los caciques de la cordillera de contrario parecer, y repugnaban mi salida, que importaban poco sus dilijencias cuando las de los demas se encaminaban a la libertad de Taigüelgüeno, y a la de los demas caciques presos sus compañeros, y a la mia. Con esto Tureupillan, Quilalebo y los demas amigos se regocijaron de nuevo y me dieron nuevos parabienes; y sacaron mas cántaras de chicha, y nos brindamos los unos a los otros con sobrada alegría, y inmediatamente nos fueron dando que cenar varios guisados de ave y regalos diferentes a su usanza; acabamos de cenar, y para mayor aumento del regocijo y gusto que nos acompañaba, se armó luego el baile con tamboriles, flautas y otros instrumentos alegres, que sin estas circunstancias no son cumplidos los gustos; pasaron lo mas de la noche en estos sus mas deleitables ejercicios, y al cuarto del alba, nos recojimos todos a los lechos, porque los embajadores, juzgando tener ya bien dispuesta su engañosa traza, solicitaron de abreviar la fiesta por madrugar otro dia y llevarme al suplicio para el señalado plazo. Aquel resto que quedaba de la noche, estuve a solas vacilando sobre mi viaje, que con el regocijo que a los principios tuvimos todos, no hice el reparo que despues me ofreció la quietud y el sosiego de la noche; que por no duplicar mi pensamiento, habiendo de ser forzoso significarle a mis camaradas y amigos, diré lo que con ellos me pasó por la mañana. Apénas el sol daba indicios de comunicar sus rayos, cuando los embajadores estuvieron en pié, con conocidos anhelos de cargar con mi persona, y yo con el mismo cuidado de no seguir sus pasos; y al punto que los ví tan solícitos y dilijentes, ensillando sus caballos, disponiendo sus gurupas, y atropellando razones, no queriendo aguardar a que les diesen de almorzar, me puse en pié y me fuí a donde estaba mi amigo y cuempo Quilalebo; que asentado en su cama estaba, disponiendo el levantarse, a quien dije en secreto que teníamos que hablar un negocio de importancia, y que llamase afuera a nuestro huésped y camarada Tureupillan, que yo salia ácia el estero a esperarlos. Caminad pues, capitan, me dijo Quilalebo, que yo voi por el viejo, y como que vamos