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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

hallé confuso y algo receloso, mirando a mis amigos y camaradas, los cuales me dijeron, que bien podia sin ningun empacho decir lo que sentia; y habiendo reconocido en mí alguna cortedad y encojimiento, mi cuempo Quilalebo, que así me llamaba, me dió grande ánimo y esfuerzo con decir: bien podeis, capitan, hablar lo que quisiereis, y manifestar todo vuestro corazon como dueño y señor de todas vuestras acciones, sin que se os ponga cosa por delante; que cuando no haya mas causa para excusaros de este viaje, que ser en contra de vuestro gusto, eso solo basta para que un punto no salgamos dél, y estos ilmenes se vuelvan de la propia suerte que vinieron. Tambien fueron estas razones con algun sacudimiento, a que respondió el mensajero, que no seria razon ni buena cortesía enviarlos disgustados y sin el cumplimiento del principal fin de su embajada. Y si el capitan no quiere ir con vosotres, ¿quién le ha de hacer fuerza, ni obligarle a lo que no tiene gusto? repitió Quilalebo. Claro está, dijo Tureupillan nuestro huésped, que si no tiene gusto, no lo habeis de llevar por fuerza, ni violentarle; escuchad sus razones, que ellas os podrán satisfacer y servir de respuesta a la embajada que nos habeis traido. Diga pues el capitan (dijo el mensajero) lo que le parece, y las causas que le mueven para no acercarse a la frontera, adonde se está tratando con todas veras su rescate y la libertad que tanto desea. Yo diré lo que siento con licencia vuestra, ilmenes (que quiere decir caciques, hablando con todos); el fundamento que ha tenido la repugnancia que mi corazon ha hecho a la determinacion que habeis traido de llevarme; que fué forzoso volver a repetir por mayor lo pasado, y aquí recopilarlo en breve. Lo primero, ya sabeis (les dije, hablando conforme a su costumbre) que entre vosotros teneis por cosa cierta y asentada los vuelcos que os da el corazon en ocasiones dudosas, y los latidos de piernas y de brazos, que si estos son en los izquierdos lados, son contrarios a lo que deseamos; esto me ha sucedido repetidas veces desde que aquí llegásteis (dije a los mensajeros) con pretension ansiosa de llevarme. Lo segundo en que he repar y advertido es, el haber sido siempre contrario de mi amo el cacique Lemullanca, y haber solicitado mi muerte desde el punto que puse los piés en su distrito y jurisdiccion, y ahora, a la efectuacion de nuestros tratos y rescates, ¿haberse confederado con él y desavenídose con los caciques de la cordillera, con quienes ha tenido trabada amistad y estrecha? téngolo por mui imposible, y mas cuando habeis dicho, que los de la cordillera son de contrario parecer y ponen a mi salida impedimentos y tropiezos por todos caminos. Lo tercero y último que tengo que deciros para el fundamento de mi repugnancia es, el haber tenido mensaje de mi amo, y estos caciques por lo consiguiente, en que dice, que mis acciones corren ya por cuenta de Mollbunante, por estar él a su satisfaccion pagado, y que no haga otra cosa mas de lo que él dispusiere; y esto no saben estos mensajeros, ni Lemullanca tiene tales noticias; con que hoi no puedo obedecer a otro que a Mollbunante, ni vosotros, amigos y camaradas, entregarme a otro. Esto es lo que tengo