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HISTORIADORES DE CHILE.

y que decir, y lo. que hallo por justificado, y estas son las causas que me han movido a repugnar este viaje: mirad ahora vosotros, caciques y compañeros, lo que os parece determinar, que yo estoi dispuesto a obedeceros con todo rendimiento. Ya habeis escuchado al capitan, dijo mi amigo Quilalebo, y me parece que no teneis qué replicar, cuando sus razones nos han convencido a todos. A mí nó (replicó el mensajero), porque todo lo que ha dicho ese español, es imajinado y de su cabeza concebido, que aunque dice que Lemullanca es capital enemigo de su amo y amigo mui del alma de los caciques de la cordillera, es así verdad que ha corrido con ellos con astucia y maña, haciéndose contrario de Maulican en lo aparente y público por parecer patrocinador de los que fervorosos solicitan las públicas conveniencias utilidades de la patria; y quiero que, como celador de ella, en hecho de verdad hubiese sido así, ¿por qué juzga el capitan que no haya podido Lemullanca haberse trocado y mudado de parecer? siendo así que los caciques que se tratan de rescatar por él, son de su mesma parcialidad, y con algun parentesco de por medio, que tambien son causas públicas y convenientes a su distrito; con que sus razones quedan desvanecidas y bastantemente atropelladas. Yo quiero que sea así como lo pintais, volvió a decirle Quilalebo (como quien hacia mis causas con afecto y entrañable amor); ¿no bastará para que el capitan no vaya, que no tenga gusto ni voluntad de ir en vuestro compañía? Demas de que nos consta que Molbunante es el dueño de este capitan, y sin su beneplácito no podrá Tureupillan, que es el que lo tiene a su cargo, entregarlo a otro. Dice mui bien Quilalebo, respondió el buen viejo nuestro huésped, que yo no lo podré entregar a otro, que a Molbunante, y así no teneis que cansaros, amigos, en hablar mas palabra en la materia. Pues si vosotros os cerrais en eso, ¿quién podrá contrastar con tantos? yo me iré con lo que me habeis respondido, que con haber dado mi embajada habré cumplido con la obligacion de mi oficio, y significaré la repugnancia que habeis hecho en enviar a este capitan a la presencia de su amo y a la junta de guerra. Idos mui en hora buena, respondió Tureupillan, Quilalebo y los demas, que ya habeis escuchado al capitan, cuyas razones podréis llevar por respuesta, que esa es la que os damos. Levantáronse los mensajeros y dijeron: aquí no tenemos que aguardar, y despidiéndose aceleradamente, se salieron por la puerta, manifestando el sentimiento que llevaban, subieron al instante a caballo, y marcharon apresurados a su tierra. Quedamos adentro los caciques y yo, celebrando el enojo y enfado de los mensajeros. Aquella tarde se despidió de nosotros mi íntimo amigo y camarada Quilalebo, y rogó a Tureupilian le avisase al punto que llegase el mensajero Mollbunante con la resolucion de mi viaje, porque él estaria dispuesto a venir luego con matalotaje para ir en mi compañía hasta el fuerte de Nacimiento, como me lo habia prometido; y Tureupillan nuestro huésped prometió de hacerlo con toda puntualidad y cuidado.