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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

gunas malas voluntades, por cumplir con este enemigo de la vanagloria, tan soberbio como atrevido y descarado, de quien dijo el ilustrísimo Villarroel: joh cuantos daños y males cudiciosos y avarientos introdujo en el mundo el apetito o antojo de adquirir nombre y conseguir eterna fama! y por la mayor parte o mui de ordinario redunda en nuestra infamia, lo que por obtenerla obramos anhelosos. Buen ejemplo tenemos en aquellos que pretendieron ensalzar su nombre con el soberbio edificio que intentaron hagamos para nosotros (dijeron) una ciudad y una torre, cuyo extremo y levantada cumbre llegue a competir con esos cielos, con que engrandezcamos y sublimemos nuestros nombres. Y ¿qué les sucedió a estos presumidos vanagloriosos? lo que dice San Gregorio: que los que quisieron levantar torres y edificios altos contra Dios N. S., fueron castigados con perder la comun lengua que tenian, de tal suerte que los unos ni los otros se entendian, y fueron de aquel lugar desterrados y expelidos, y echados a diversas rejiones; en cuyo lugar dijo San Crisósthomo, que habia muchos tambien el dia de hoi imitadores de estos vanos locos, que quieren por sus acciones y desvanecidas obras ser celebrados de todos, aplaudidos y ensalzados, edificando casas suntuosas, espléndidos palacios, y portales espaciosos de ostentacion y de recreo; y si solicitais el fundamento de este anhelo, deste trabajo y afan desvanecido, no escucharéis otra cosa que estas palabras, para que sean levantados y inmortales sus nombres; mas esto (prosigue el santo) no es disponer ni prepararse así tanto el honor y la alabanza, como solicitarse la infamia y el vituperio. Todas son razones de este glorioso doctor, como las podrá ver el curioso en el lugar citado, adonde acaba y da fin a este período con las siguientes: a estas cosas se le allegan (dice) el decir cada uno lo que le parece contra el crédito y contra la opinion de estos altivos vanagloriosos, diciendo: esta casa, este palacio sumptuoso, y estos altos edificios son de este avaro presumido, de este ladron voraz y de este robador de ajenos bienes y expoliador de viudas pobres y de desamparados huérfanos; como pudiéramos decir estas palabras de algunos ministros del Rei N. S. que a costa del sudor y trabajo del pobre soldado edifican casas, visten sedas, rompen delicados lienzos y comen a dos carrillos, sin tener de sueldos ni salarios, mas que tan solamente quinientos o seiscientos pesos cuando mas. En otra parte está este punto mas latamente ponderado; estos son de los que dice el santo, que hai muchos imitadores de aquellos vanagloriosos y soberbios babeles, que por adonde juzgan dilatar sus famas y engrandecer sus nombres, por ese mesmo camino hallan su mayor infamia, su mayor deshonra, y aun las mas veces el castigo que merecen, enviado por la mano de Dios N. S., como le tuvieron aquellos presumidos, altivos y arrogantes, que quisieron que sus torres y edificios llegasen a competir con las estrellas, por ensalzar sus famas y levantar sus nombres, llevados de la soberbia y vanagloria que les acompañaba.