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HISTORIADORES DE CHILE.

te. Pues ¿qué príncipe o gobernador de los que habemos visto en Chille, ha tenido el respeto y reverencia que este presidente tuvo a los. sacerdotes, principalmente a los obispos, aguardando en las iglesias y concursos mayores y principales, a que saliesen de ellas, cuando salian vestidos de pontifical, para irlos acompañando hasta sus palacios, aunque con extremo lo repugnaban? Cuántas veces podré decir que le ví, al encontrarse con ellos, mui cerca del suelo sus rodillas, y cojerles por fuerza las manos consagradas para besárselas, sin permitir jamas ir a su lado derecho, por muchos aprietos y repugnancias que hiciesen los obispos; que aunque de derecho no se les debiese, como algunos lo presumen, por el mesmo caso resplandecia mas esta accion, este respeto y esta sumision al que representa y obtiene en sí la pontificia potestad, y parecia escojidamente a todos los que son cristianos y tienen verdadero conocimiento de nuestro Dios y Señor. ¿Quién hiciera lo que este príncipe gobernador y señor absoluto en la potestad y mando de este reino? Que habiéndose encontrado el obispo con el cabildo de la ciudad de la Concepcion, trató mal en un escrito a los del ayuntamiento, de manera que lo llegó a sentir el gobernador por causa dél; "aunque no con demostraciones públicas, significó su sentimiento en algunas ocasiones; de esto y de otros escritos que presentó el cabildo en su defensa, se orijinó mandar el obispo, con descomunion, que el dia de San Miguel Arcánjel, veinte y nueve de septiembre, acudiesen a la catedral todos los del pueblo a la publicacion de unos edictos y a la celebracion de la fiesta, por ser patron del obispado. Acudió el gobernador con todo el cabildo y los capitanes que de ordinario le asistian, y lo mas ilustre del lugar. Antes de salir de su palacio me dijo, como a su maestro de campo y correjidor que en aquella ocasion lo era, por haber mui pocos dias que me habia ocupado de aquel oficio y. honrado con el título de su teniente de capitan jeneral, que le pesaba mucho que el obispo estuviese disgustado con él, que segun lo que le habian significado algunas personas, se mostraba apasionado y desabrido; a que le respondí, que las veces que le habia comunicado, le habia hallado mui atento y cuerdo en sus razones, mostrando en ellas la correspondencia que debia a las acciones de su señoría. Y aunque me constaba lo contrario, por este medio procuré no apasionar al gobernador, ni irritarle como otros lo hacian, pues estuvo mui cerca de desmedirse y de atropellar la prudencia, la sagacidad y cordura con que sus afectos eran regulados de ordinario; que los mas justos y santos no estan ajenos ni libres, miéntras viven, de malas pasiones, como lo sintió San Gerónimo; y verdaderamente que se hubiera levantado un torbellino y un fuego inagotable entre los dos príncipes, si como hubo solicitadores del incendio, no hubiese habido otros que mitigasen la llama. Y con todo eso tuvieron lugar algunas malas intenciones, que por modo de amistad llevaban a los unos y traian a los otros, y aun mucho mas de lo que cada uno con algun enojo en sus casas despedian sus lábios. ¡Oh cómo son perjudiciales en una república semejantes revoltosos lisonjeros, que