Página:Cautiverio feliz, y razón de las guerras dilatadas de Chile.pdf/465

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
451
NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

finalmente, era un príncipe cristiano a todas luces, que es de lo que necesitaba este remoto reino, y por nuestros pecados duró poco, porque no le mereció Chille. Con su fin y muerte dió principio a descaecer el ejército, comenzaron a trocarse las repúblicas, a atemorizarse la justicia, a acobardarse la razon, a libertarse los malos, a ensoberbecerse los poderosos, y a estar los pobres humildes, oprimidos y vejados; con que dentro de pocos años se acabó de rematar el reino, y verse en tan miserable estado como en el que hoi le contemplamos. Mucho me he dilatado en este capítulo, y en las alabanzas de este memorable héroe, aunque sin temor de ser sindicado en la cátedra de mormuracion, por lo que dijo Arriano histórico de los escritos de Aristóbolo, que escribió de los hechos de Alejandro despues de muerto, porque en alabarlos no hai lisonja; que verdaderamente ha sido siempre a mi natural opuesta, de tal suerte que pudiera decir lo que San Pablo a los Thesalonicenses, que jamas en la adulacion tuvieron entrada sus palabras. En cuyo lugar dijo San Gerónimo, que adonde no hai dineros ni se apetecen, no se hallará la mentira, ni la adulacion tendrá lugar; y es verdad que adonde no hai interes, el falso adulador no usará de su oficio perjudicial y dañoso. Todas estas materias y discursos varios se han venido rodeados y han sido forzosos para significar los peligros, los tropiezos y daños que a cada paso se encuentran en las ciudades y populares concursos, teniendo por enemigos descubiertos (como habemos dicho) a la soberbia altiva, a la ambicion hinchada, al sensual apetito descarado, a la cudicia avara y insaciable, y a la envidia, interior carcoma del spíritu, y sobre todos estos enemigos, a la mesma naturaleza del hombre, en quien se cifran todos estos adversarios, acompañados con la adulacion y mentira, con la infidelidad y traicion manifiesta.

CAPITULO V.

En que se trata de lo que me sucedió con mi huésped Tureupillan despues de haberse vuelto a su casa mi amigo Quilalebo.ho nas Habiéndose vuelto mi caro amigo Quilalebo a su casa, y quedádome con mi antiguo huésped Tureupillan, aquella misma tarde nos fuimos paseando hasta el monte, habiéndose echado al hombro la hacha de trozar madera, y díchome con amor y respeto: capitan, vamos a traer una poca de leña, porque todos los mancebos y criados de casa estan de la pasada noche maltratados y se han entregado al sueño y al descanso. Encaminamos a la montaña los pasos, por cuya ceja y falda se paseaba un abundante y apacible estero, que sus amenas orillas solicitaron al gusto de asistirlas y gozar de sus frescas alfombras algun rato: asentámonos en ellas a divertir la vista en aquellos tapetes matizados de diversas flores; y estando en buena conversacion entretenidos, haciendo memorias de nuestro mensajero Mollbunante, que por el plazo que nos señaló, no podia dilatarse, y de otras cosas que se fueron rodeando,