Página:Cautiverio feliz, y razón de las guerras dilatadas de Chile.pdf/467

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
453
NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

graves, que me hallé bien pesaroso de haberle referido lo pasado, juzgando que el disgusto que mostraba, era por haber sabido el chisme, y tenido por verdadero lo que la voz comun de las mujeres publicaba; y fué mui al reves de lo que interiormente concibió mi discurso, pues prosiguió diciendo de la suerte: ¿por mas amigo teneis a Quilalebo que a mí, capitan, que quereis dejar mi compañía por la suya, sin mas causa que la que me habeis referido? a que respondí sumiso, cortes, agradable y placentero: pues ¿eso habeis de juzgar de mí, Tureupillan, sabiendo que tengo esculpidas en el alma vuestras acciones, vuestros respetos, vuestros agasajos y favores? Yo tengo mas padre que a vos, mas amparo que el de vuestra sombra, ni mas consuelo que el de vuestra presencia y casa? El haberos pedido retirarme a casa de Quilalebo y ausentarme de la vuestra, ha sido por no daros pesadumbre, que claro está que la tendréis sabiendo que a vuestra hija por mi causa la mormuran y la hacen entreojos; y yo en vuestra presencia cómo podré parecer, sino avergonzado y corrido, considerándoos airado siempre que volveréis para mí la vista; y si por alguna causa, o algun desabrimiento, os oyese algunas desabridas razones, estaria juzgando siempre ser yo el principal instrumento de vuestro enfado y enojo. Estas son las causas y los fundamentos que he tenido para haberos suplicado, me apartaseis algun tiempo de estas mormuraciones y dichos fabulosos; que a no estar seguro de que en vuestra casa he vivido con la compostura y recato que habréis experimentado en mí, y con el respecto que se debe a quien vos sois, nunca tuviera osadía ni atrevimiento para deciros con descoco los pecados y delitos que me acumulan. Esto supuesto, disponed ahora lo que os pareciere, pues no tengo mas dueño ni mas señor que vos, debajo de cuya disposicion y mando estoi con toda sumision rendido. Bien parece, capitan (me respondió el anciano), que sois niño todavía y no teneis conocimiento de lo que son las mujeres, pues no sabeis que de su naturaleza son habladoras, embusteras, ambiciosas, entremetidas y envidiosas; que como han visto que mi hija os regala y os sirve, como yo se lo tengo ordenado, habrán querido presumir de vos lo que yo no he imajinado; y cuando lo que dicen fuese así, tuviera mui buen gusto mi hija, y a mí no me pesara de su empleo, pues os la tengo donada para que os sirva y hagais de ella lo que os pareciere; y en esta conformidad no teneis que hacer caudal de lo que hablan las mujeres, que son tales como he dicho, y tan entremetidas en todo, que aun desde sus fogones nos quieren gobernar a todos: y ¡desdichados aquellos que se sujetan a sus gustos y apetitos y se gobiernan por ellas! que yo las conozco ya muchos años que con ellas lidio; porque cuando mozo llegué a tener veinte mujeres, y todas de diferentes condiciones, las unas celosas con extremo, otras mal acondicionadas, otras insufribles entre mansas y apacibles, algunas aviesas y no bien inclinadas, y sobre todo otras necias y impertinentes; mirad si estaré bien experimentado y capaz de lo que son, y de sus astucias y malicias, que no podrán sujetar-