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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

dejado muerto, y destrozado su ejército, llegó a sentir tanto el rei David su muerte, que desde el punto que le dieron el aviso, todo se le fué en llorar y lamentarse triste, como dice el texto; en cuyo lugar dijo San Agustin estas palabras: mayor afliccion y pena le causó la muerte de Absalon su hijo, que las persecuciones que, rebelado, le oprimian. Y con haber vuelto su ejército victorioso y contento de haber librado a su Rei y señor de un tirano cruel y traidor a su padre, no quiso salir a verlo ni a darle las gracias de su acierto: accion que sintieron con extremo los soldados, y quedaron los mas tan lastimados, que fraguaron entre sí varios pensamientos y manifestaron designios cautelosos, no habiendo querido entrar en la ciudad por aquel dia, y mui abiertamente y a las claras mormuraron del rei las aflicciones, diciendo: tanto ha sentido la muerte de su hijo, que parece nos quiere significar y dar a entender que tuviera por mejor y de mas gusto habernos visto volver desbaratados, muertos y vencidos, que victoriosos, triunfantes y contentos. ¿Qué es lo que queria el rei, o qué era su pensamiento, que tanto se lastima y siente la muerte de un traidor hijo suyo? Con esta desenvoltura habló la muchedumbre de su ejército. Y así no tienen que maravillarse los príncipes superiores que gobiernan en estos reinos remotos, de ser en ocasiones mormurados, cuando sus acciones y sus obras no se ajustan ni conforman con la obligacion de sus oficios y estados. Y ya que el miserable soldado, contínuo y asistente en esta guerra, que ha servido a S. M. 20 y 30 años con hambres, desnudeces y varios infortunios, no tiene mas premio ni mas galardon que lamentarse triste y dolerse desgraciado, por considerar y ver al otro, o a los otros que apénas pusieron los piés en tierra cuando se llevan la encomienda y el mejor oficio por recomendados de algunos dependientes, por hermanos de oidores y deudos de consejeros, y lo mas en estos tiempos, porque tuvieron dineros con que solicitarlos; déjenle siquiera manifestar su sentimiento y mormurar acciones mal encaminadas, como estos otros lo hicieron con su rei, que pues hacen lo que quieren, atropellando las leyes, la razon y la justicia, no será mucho que les permitan declarar sus quejas y dar alivio y descanso a sus pasiones.

Llegó, pues, el valeroso Joab, insigne jeneral del ejército de David, y entrándose a su retrete, adonde con lamentos tristes y lúgubres llantos estaba demostrando el pesar y sentimiento que con la muerte de su hijo le habia sobrevenido; hallándole de la suerte referida, como ministro confidente que con toda veneracion le amaba y le servia, le dijo con grande atrevimiento y osadía las palabras siguientes: ven acá, rei David; ¿cómo has avergonzado y confundido la jente valerosa de tu ejército, cuando te ha librado y defendido de la tirana muerte con que tu hijo traidor intentaba deshacerte y acabar con tus hijos y mujeres? Paréceme que nos das a entender con demostraciones claras y patentes sentimientos, que hubieras tenido mayor consuelo y gusto de ver trocada nuestra dichosa suerte, que estar libre de las penalidades y trabajos que con el tirano ejército esperabas. Vuelve sobre tí, y atiende a