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HISTORIADORES DE CHILE.

no sabia negociar al uso, o no podia entrar por la vereda, por ser pobre, aunque mas le alumbrasen para encaminarse por ella. Al cabo de algunos dias, cansado de la asistencia de palacio y de lidiar con pajes y criados, quiso su suerte que encontrase sin pensar con el gobernador, que salia enfadado de su casa para la plaza, a quien volvió a decir que se acordase de él en lo que várias veces le tenia suplicado; a lo que le respondió desabridamente, que cómo queria que le entregase oficio de administrar justicia, si no sabia leer ni escribir, que esos oficios de correjidores eran para personas capaces y entendidas; a cuyas razones respondió el pretendiente, quitándose el sombrero: pues iré, señor, al correjidor de tal ciudad (que la nombró) a que me enseñe; que el mesmo gobernador le habia hecho merced del oficio, y no sabia tampoco leer ni escribir. Pues ¿quién le ha dicho que no sabe? le replicaron; a que volvió con lindo desgarro a decir: tan buen letrado es como yo, prometo a US.; y puede ser que el gobernador ignorase del otro tal defecto, que verdaderamente hacen mucho los acólitos y los privados que asisten mas de cerca, y los deudos y parientes cuando son interesados, que estos alaban a los unos y desacreditan a los otros conforme sus afectos y conveniencias; que por ellas quitan el premio al que lo merece, haciendo a sus señores que hagan lo que no quisieran, mintiéndoles claramente y engañándolos. y atreDe estos son de los que dijo el profeta Osseas, que en sus malicias y maldades alegraron al rei, y en sus mentiras y engaños al príncipe superior. De esta calidad son los privados de estos tiempos en nuestros remotos reinos, y los deudos y parientes, que con mas libertad vimiento despeñan a los que gobiernan, y les persuaden a que sin temor ni respeto a Dios ejecuten maldades y insolencias, y destruyan sus gobiernos, como en Chille lo ha mostrado la experiencia, a costa de su total ruina. No debemos (dijo San Bernardo) tener mala querencia a nuestros deudos y parientes, ni aborrecimiento alguno: a los impedimentos y embarazos que nos ponen para apartarnos del verdadero camino de la justicia, sí; esto es lo que se debe aborrecer, y de lo que se deben apartar los príncipes, jueces y superiores. Veamos ahora en lo que paró nuestro pretendiente capitan, qué respuesta tuvo, y qué despacho. El gobernador era un caballero de grandes prendas, soldado magnánimo, agradable y mui bien querido de todos, a quien cuadró tanto el dicho, el desgarro y resolucion del capitan, que luego le mandó despachar los recaudos del oficio que pretendia. Que en tales ocasiones un gobernador haga alguna merced, y desdiga tal vez la persona la capacidad y el talento del oficio que administra, pase mui en hora buena, que no por un tropiezo se dejó de pasar mas adelante; pero cuando se atraviesan muchos y a cada paso se encuentran, es forzoso a pocos lances dar de ojos. Esta debe ser tambien la causa de que nuestro Chille ande cayendo y levantando y esté tan a pique de no alzar mas la cabeza, porque son ordinarios y contínuos los que se le oponen, gobernando las armas los que no son soldados ni jamas lo han sido,