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HISTORIADORES DE CHILE.

fuese la peticion al instante concedida; y da la razon por qué el Abulense, diciendo, que mas fácilmente concederia a la madre que a los hijos lo que deseaban, porque alguna vez ayudaria a la Vírjen Santísima a dar sus pechos y alimentar a Cristo Señor nuestro; y es así, que no le negó la voluntad, sino es el poder; sobre lo cual nuestro santo citado pronunció estas palabras. El Señor de cielos y tierra se avergonzaba (digamoslo así, dice San Ambrosio, usando de sus razones), se confundia y perturbaba, habiendo de negar el consorcio y compañía de su asiento a la ama que tal vez le daria sus pechos. Aquí entra nuestro argumento, y digo, que cuando a la madre ajena no se atrevia Cristo a negar totalmente lo que le pedia, ¿cómo a su propia madre podrá excusar el conceder lo que le pide y ruega? La misericordia de María Señora nuestra fué mui grande para con los pobres, humildes y miserables pecadores, cuando asistia en este mundo con nosotros; mas, despues que triunfante reina en los celestes coros, es mucho mayor su piedad, su clemencia y misericordia para con ellos. Díjolo con elegancia San Buenaventura así, que mayores misericordias usa hoi con los miserables! reinando en el cielo, que las que en este mundo nos comunicaba, porque tiene mas presentes y descubiertas sus miserias. Luego, los que padecemos desdichas y trabajos, seguros podemos estar de que las mirará con atencion para remediarlas y para socorrer nuestras necesidades. ¡Oh Madre de misericordia! joh clementísima reina! ¡oh Señora piadosísima! mirad con tiernos ojos mis tribulaciones, atended a mis súplicas y ruegos, y no desprecieis mis llantos y suspiros; ponedlos en la presencia de vuestro precioso hijo para que pueda decir con David: Miserere mei, Deus, tened misericordia de mí, Dios y Señor mio; y repitiendo lo demas del salmo, cuando llegué a decir: tibi soli pecavi, pequé, Señor, contra tí, la tercera repeticion fué con tantos suspiros, sollozos y lágrimas, que no pude pasar adelante con él en mui buen rato, y lo propio me sucedió en los mas versos, repitiendo muchas veces mis culpas en presencia del Señor de lo criado; que, como dijo San Ambrosio en este lugar, que repitiendo muchas veces nuestras culpas grandes misericordias se adquieren. Acabé mi oracion con los siguientes medidos renglones, que a los principios de mi cautiverio a la memoria ocurrieron, con los cuales todos los dias solia dar principio a mis devociones; y aquí pondrémos fin con ellos a mis súplicas y lastimosos ruegos. Gracias os doi infinitas, ROMANCE Y ORACION. Señor del impirio cielo, Pues permitis que un mal hombre Humilde amanezca a veros. En este pequeño bosque, Las rodillas por el suelo, Los ojos puestos en alto, Vuestra grandeza contemplo. Consolado y aflijido Ante vos, Señor, parezco, Aflijido con mis culpas, Consolado porque os temo. Diversos son mis discursos, Varios son mis pensamientos, Y luchando unos con otros Es la victoria por tiempos.