Página:Cautiverio feliz, y razón de las guerras dilatadas de Chile.pdf/485

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
471
NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN. La naturaleza flaca Está siempre con recelos De los peligros que el alma Tiene entre tantos tropiezos. El spíritu se goza En medio de mis tormentos, Porque es docta disciplina Que encamina a los aviesos. Dichosos son los que alcanzan Tener aquestos recuerdos, Guiados por vuestra mano Para que no andemos ciegos. Trabajos y adversidades Entre inconstancias del tiempo Padezco con mucho gusto En este feliz destierro. En mí las tribulaciones Han sido un tirante freno Que ha encaminado mis pasos Y refrenado mis yerros. Todos son, Señor, favores Y de vuestro amor efectos, Que atribulais al que os huye, Porque en vos busque el remedio. Oh! Rei de cielos y tierra, Oh! piadoso Padre eterno, Oh! Señor de lo criado, Oh! Dios de Sabaoth inmenso. Vos, Señor, sois mi refujio, Vos sois todo mi consuelo, Vos de mi gusto la cárcel, Vos mi feliz cauptiverio. Lo que os suplico rendido Y lo que postrado os ruego, Es que encamineis mis pasos A lo que es servicio vuestro. Que si conviene que muera En esta prision que tengo, La vida que me acompaña, Con mucho gusto la ofrezco. 471 En vuestras manos, Señor, Pongo todos mis aciertos, Que nunca tan bien logrados. Como cuando estais con ellos. Merezca yo por quien sois Lo que por mí no merezco, Y por la sangre preciosa De vuestro hijo verdadero, Y por los méritos grandes De María, cuyos pechos Fueron de Jesus bendito En su humanidad sustento. Y vos, purísima Reina, Escojida de ab eterno Para hija de Dios Padre Y para Madre del Verbo, Del Santo Spíritu esposa, De las tres personas templo, Corona de lo criado, Señora del emisferio, Patrocinad al que os llama, Socorred con vuestros ruegos Al que os invoca aflijido, Y al que está cauptivo y preso. Acabada mi oracion, oí hablar a los dos muchachos mis camaradas, que estaban aguardando, al amor de los rayos del sol, a que yo los llamase, para ir a rezar tambien al bosque, adonde teníamos una cruz mui bien hecha entre unas ramas de arrayan, adonde por las mañanas, despues de haber yo rezado mis devociones, acostumbraba el enseñarles las oraciones con mucho gusto, a que ellos iban a buscarme; díles una voz, y al punto estuvieron conmigo, y me dieron razon de como habian llegado los vecinos caciques con muchos cántaros y tinajones de chicha y algunas aves para mi viaje, los cuales preguntaban por mí cuidadosos. Pues recemos presto (les dije), que esta me parece que será la postrera vez que os acompañe, porque ya se ha llegado el tiempo de que nos apartemos; lo que os ruego es que no os olvideis de las oraciones que os he enseñado, y que os acordeis de Dios; que podrá ser que haya ocasion que esto venga a ser de cristianos, y vosotros tendréis eso andado. Enterneciéronse los muchachos conmigo, significándome el pesar y el sentimiento que tenian por haber de quedar sin mi compañía, y aun me dijeron, que si su padre les diese licencia y permiso, se vinieran de mui buena gana conmigo. Yo les agradecí la voluntad que me mostraban, y les correspondí con otras amorosas razones, con que nos hin-