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HISTORIADORES DE CHILE.

BURU HISTORIADORES DE CHILE. 472

  1. bal camos de rodillas y rezamos las tres oraciones que sabian, y luego nos encaminamos al rancho, adonde me estaban aguardando los caciques mis vecinos s y comarcanos con el repuesto que me habian traido para el festejo de mi despedida y de la llegada de Mollbunante, nuestro mensajero, que mas latamente referirémos en el siguiente capítulo. STEEL

CAPITULO XI.

A 400 Fodpin 201 En que se refiere la llegada de mi gran amigo Quilalebo con toda su casa, dispuesto con matalotaje para acompañarme; y el festejo de aquella noche. 201st of Ma TUHAT aqui h Con mis compañeros los muchachos llegué al rancho, y al punto que entré por la puerta, me llamaron los caciques Tureupillan y Mollbunante, que estaban asentados los dos juntos, y me pusieron en medio de I ellos; saludáronme los recien venidos y me presentaron unas gallinas para mi viaje, unos bollos de maiz que llaman tamales por acá, que a falta de pan suple la que hace, y son de mucho gusto y de sustento, y dos tinajuelas de chicha de frutilla seca o pasa, que es lo mejor que seg platica, y de mayor regalo. Presenté una de ellas al solicitador de mi rescate, y de mi consuelo dilijente nuncio, y de los tamales repartí entre todos, y con grande regocijo los unos a los otros nos brindamos. Ya en este tiempo estaban sazonados los guisados, con que pidió de comer to nuestro camarada huésped; que de la suerte que comen, juzgo que en otra parte lo tengo referido, si bien se diferencian mucho los fronterizos de aquellos que han sido criados con españoles y se hallan con mas zosiego en TERSHO 4-uten como son la Imperial, Valdivia, Villarica, Osorno, ya despobladas de españoles: estos se regalan y comen por diferente stilo que los otros, aunque ni los imperiales ni los fronterizos sustentan adorno de mesa, sino es algunos caciques aespañolados, que hai muchos mestizos entre ellos que se id precian de tener plata labrada, manteles y servilletas, y esto para una ocasion ostentativa, y no para de ordinario; que del modo que comen, l es asentados en unas esteras o tapetes a la redonda del fuego, y cuando no le hai, o se hallan fuera del rancho, a la resolana se ponen end corro, y si son muchos se acomodan tras de la primera hilera otros no lo de tan alta esfera, y así se van siguiendo. Despues que yo llegué a casa no de Tureupillan, hice una mesita a modo de banco para comer en ella l los dos, y esta nos traian siempre con una camiseta blanca encima que p servia de manteles, porque nunca me pude acomodar a comer a gusto ent el suelo bajo, y de esta suerte comíamos el viejo y yo, que estaba tan hallado ya mi camarada huésped, que no podia de otra suerte acomodarsenes a comer. Trajeron la mesa a los tres, Tureupillan, Mollbunante, el eq mensajero, y a mí, y tras de ella las viandas para almorzar de varios jéneros de guisados, y por postre sazonadas manzanas, que en aquelcom tiempo eran estimables, porque en los árboles estaban otras ofreciendoor su jugo deleitable. Despues de haber comido, como a las tres de la tar-