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HISTORIADORES DE CHILE.

Alegres estaban ya mis camaradas compañeros con los bríndises contínuos y abundantes de varios licores, que demas de los que el huésped tenia dispuestos, los comarcanos vecinos ayudaron con sus botijas a nuestro viejo Tureupillan luego que tuvieron aviso de que le habian llegado forasteros huéspedes, y para el regalo de la mesa y la disposicion de los guisados, trajo a su mujer mi amigo y camarada Quilalebo, que era extremada cocinera y me habia traido abundantes regalos de mariscos y pescado fresco, de que cenamos aquella noche espléndidamente y con grande regocijo. Despues de nuestra cena sacaron el tamboril, y estando sentados en el fuego los caciques, dieron principio al canto los mas mozos, y respondian los viejos; las mujeres, que estaban en diferente corro y en division aparte, como mas fáciles en desvanecérseles las cabezas, tenian adentro grande algazara y alborozo, cantando unas y riyéndose otras con gran júbilo y alegría. Levantóse con esto Quilalebo, que era viejo de buen humor y de buen gusto, y cojió el tamboril en las manos y dijo a los compañeros: eal levántense todos los amigos y camaradas, que nos habemos de holgar esta noche a la venida del mensajero Mollbunante, y al buen viaje de nuestro capitan pichi Alvaro; salgan afuera las mozas y malguenes, y quédense las viejas allá dentro; y esto dijo con tan buena gracia y donaire, que causó grande risa en los circunstantes. Estaban algunas viejas o indias mayores, mujeres de aquellos caciques comarcanos y vecinos, afuera del aposento, en otro fogon (que como el rancho cra capaz, habia cuatro sitios), y respondieron allegándose a donde estaba Quilalebo, tocando el tamboril y cantando con otros: por eso serémos nosotras las primeras; ya se habian levantado de sus asientos algunas, que no eran tan pocos los que se hallaron allí aquella noche, que pasaban de mas de cincuenta indios, y otras tantas mujeres mayores, sin la chusma de chinillas y muchachos. Salieron del aposento la señora, su hija y otras diez o doce muchachonas, de las manos asidas, cantando y bailando al son del tamboril y de las flautas; abriéronles portillo, o hiciéronles lugar para que entrasen en medio del corro de los caciques, con que se armó el festejo y un gran baile. A todo esto estaba yo asentado con mi viejo huésped, que era mui cuerdo y sagaz y prudente, y de gran reposo, juntamente con el mensajero Mollbunante, platicando, bebiendo comiendo de unos choros y erizos con extremado pescado fresco, y en lugar de pan unas rosquillas fritas y buñuelos en miel de abejas ahogados, que nos habia enviado la española mujer de mi amigo Quilalebo; y a los demas, aunque parados y bailando, iban repartiendo de lo propio, y miéntras unos comian cantaban otros, y así iban pasando las batejelas y platos de estos jéneros, que fueron mui contínuos y abundantes en el discurso de la noche, que se les pasó en comer y beber, cantar y bailar. y