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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

Tiembla oprimida del viento.
Los astros estan sin tiento,
Y el temporal sin medida
Con una furia atrevida
El campo fértil abrasa,
Sin dejar choza ni casa
Por oculta o escondida.

Presumiendo que nos daria lugar el tiempo a esguazar lo restante que nos quedaba del rio, sucedió nuestro pensar mui al contrario, porque con lo mucho que habia llovido sin cesar del antecedente dia y de la noche, se aumentaron sus corrientes de tal suerte, que nos obligaron a que con toda priesa desamparásemos la isla, y solicitásemos camino o modo de salir aquel dia de los riesgos y peligros que nos amenazaban, pues a mas andar, con paso apresurado las procelosas aguas se iban apoderando del sitio y lugar que poseíamos. Determináronse a desandar lo andado y volver a pasar ácia nuestras tierras el esguazado brazo del rio con harto peligro y temor de encontrar con algunos de los nuestros, juzgando por posible haber salido en su seguimiento y rastro alguna cuadrilla española; si bien les aseguraba lo borrascoso del tiempo y lo contínuo del agua. Esta resolucion y acuerdo que elijieron, fué porque lo restante del piélago que para sus tierras nos faltaba que pasar, era mas caudaloso, mas ancho, de mas precipitada corriente y de mas conocido riesgo; pues habiendo intentado arrojarse a él a nado, echaron por delante a un compañero alentado y que se hallaba con el mejor caballo que en la tropa se traia, y a pocos pasos que entró lo arrebató la corriente, y aunque fué nadando gran trecho sin desamparar el caballo, se le ahogó en medio del rio, y él salió a la otra parte por gran dicha, y porque en el agua parecia un peje. Con esta prueba y suceso se resolvieron llevar adelante su primer acuerdo, y para ponerle en ejecucion, me ordenó mi amo como dueño absoluto de mi libertad, que me desnudase y pusiese mas lijero, por si cayese en el rio no me sirviese de embarazo la ropa que llevaba; a que le respondí, que lo propio era caer desnudo que vestido, porque de ninguna suerte sabia nadar ni sustentarme en el agua, poco ni mucho. Con todo eso (me respondió), te hallarás con ménos estorbo y mas lijero para todo acontecimiento. Y por obedecerle mas que por mi gusto, me desnudé del hato que traia y solo quedé con la camisa; y de esta suerte, me puse a caballo en un valiente rocin maloquero que traia de toda satisfaccion, que para mas seguro de mi vida me lo ensilló diciéndome: subid en él, y no hagais mas que asiros de la silla fuertemente, o de la clin del caballo, que él os sacará afuera. Con que subió en otro rocinejo flaco, adonde a la gurupa, o trasera del fuste, puso mis armas (o por mejor decir suyas) y el vestido, y caminamos de esta suerte todos los diez indios que quedaron, el soldado Alonso Torres y yo en demanda del paso, que se reconoció ser el mas angosto por donde nos arrojamos, con pocas esperanzas de salir con bien de las corrientes rápidas del rio, y yo sin