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HISTORIADORES DE CHILE.

ale ob nos le HISTORIADORES DE CHILE. algunos regalos que está haciendo para mí; fuimos adentro contra todo mi gusto, adonde hizo manifestacion de lo que habia traido para nuestro viaje, de gallinas, capones, rosquetes de huevos, tamales, empanadas, longanizas, talegas de harina tostada de diferentes jéneros, y dos zurrones de frutilla pasa, y un mui buen caballo de camino para que fuese en él mas descansado. Y verdaderamente por el mesmo camino que solicitaba yo el apartarme de su lado, parece que con mas ahinco me buscaba; hízome asentar a su lado para que le ayudase a comer de una tortilla de huevos que le trajo su mujer con miel de abejas por cima; díjome el buen viejo, que para mí habian mandado hacer de cenar y aquel regalo, que se acordaba que los españoles antiguos comian de aquella suerte las tortillas de huevos. Es verdad (le dije) que algunos tienen gusto de comerlas así, pero a mí no me saben bien con ese compuesto. A mí sí (respondió el buen viejo), y me habeis de ayudar, aunque no tengais gana. Con mui buena voluntad lo haré por cierto (dije a mi amigo) por daros gusto y acompañaros; ayúdele a tomar un bocado, y tras dél, vino la moza su hija a brindarme con un buen jarro de chicha de frutilla (que era con extremo buena). Habiendo ella bebido un trago ántes de entregarme la vasija, y estando con nosotros la muchacha, le dijo el viejo su padre que me hiciese la cama en el rincon del aposento, y que ella me fuese a acompañar por la despedida; y como estaba mas que alegre el suegro, y era de jovial condicion y entretenido, le dijo otras razones mas que humanas. Al instante que oí sus liviandades, y que con todas veras deseaba que comunicase a lo estrecho a su hija, me valí de mi ordinario patrocinio, que es el mas cierto y eficaz remedio para librarse de semejantes lances, poner el spíritu y el alma en Dios N. S., y los demas sentidos en sus manos. Eché a chanza sus palabras y con mucha risa y muestras de contento le dije, que estimaba en mucho la honra y el favor tan grande que me hacia, pero que primero habíamos de volver al baile un rato y alegrarnos con los demas amigos, que ya se me habia pasado el sueño y queria volver a cantar el romance que su hija a mi despedida habia compuesto, de que estaba a su amor y buena voluntad agradecido. Vamos, pues, capitan (me respondió el viejo), que tras nosotros irán nuestras mujeres, que ahora estan enviando de cenar y de comer a todos los danzantes; y es verdad que no se pasaba media hora sin que fuesen enviando diferentes manjares que comiesen, que en abundancia habia. Salimos del aposento, y en nuestra compañía mi amigo el mestizo hermano de la moza, y al allegar al baile, dije a Quilalebo, que me apretaba una necesidad forzosa, que luego volveria a acompañarle; a que me respondió que fuese en mui buena hora con su hijo Millayeco (que así se llamaba el mesticito). Salimos del rancho y dejamos a nuestro viejo en medio del tropel y del jovial bullicio, y estando ya fuera dije a mi compañero, que me 'aguardase a las espaldas dél, adonde con toda brevedad me tendria en su compañía; apartéme ácia unos arbolillos que tras la casa estaban esparcidos, y poniendo por el suelo las rodillas, le-