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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

ni temer peligro alguno. Mucho me huelgo, amigo Quilalebo, que esteis tan satisfecho y asegurado de lo que os estimo, quiero y amo; pues es cierto que primero permitiera que a mí me quitasen la vida, que veros por mi causa atribulado y aflijido, con trabajos ni peligros manifiestos, y no tan solamente por vos hiciera estas demostraciones amorosas (que os tengo y he tenido en lugar de padre), sino es tambien por el mas mínimo de vuestros compañeros, que con sobrado amor han venido en mi compañía explorando los caminos y asegurando mis recelos: y este conocimiento estará perpétuamente en mi memoria, solicitando desempeños a la obligacion de mi agradecimiento por no padecer calumnias, que justamente adquieren los ingratos para con el comun de los mas cuerdos, y lo principal, para con Dios N. S., que los aparta de su gracia el especial pecado que cometen, que conocidamente lo es el no recompensar el beneficio, como lo resuelve el doctor anjélico; y San Crisóstomo dijo del ingrato que en lugar de reconocer el bien y el beneficio injuriaba al benefactor y le ofendia, que era peor que un siervo y mas sujeto a servidumbre que un esclavo, aquel que ofendia al señor que le puso en libertad. Y pues hoi la tengo por vosotros, claro está que no ha de faltar en mí la correspondencia que a vuestras acciones, a vuestras obras y agasajos debo justamente.de Con esto nos arrimamos a las puertas de la contra muralla, y con grande regocijo las abrieron, y el capitan y cabo de la fortaleza advirtió a Mollbunante, que apartasen sus caballos de los muros, porque habian de disparar la artillería y hacer la salva a mi recibimiento; desviáronlos luego los que estaban a caballo, llevando de diestro y por delante los de los caciques que en mi compañía estaban, y al entrar yo por las puertas y salir los caciques prisioneros, despues de habernos abrazado con notable regocijo de los unos y de los otros, dieron una mui buena carga de mosquetería y arcabucería, y al fin de ella hicieron la salva con las piezas de artillería, que en los cubos estaban para la guarnicion de todo el fuerte. Salieron los caciques rescatados, y yo me quedé adentro entre los mios, despues de haber con súplicas y ruegos recabado con todos mis amigo que aguardasen el barco que para el rescate de mi compañero DiegoZenteno traia a Licanante y algunos jéneros de ropa que repartirles, que con gusto se dilataron aquel dia. Qudéme con los nuestros como he dicho, y no sé cómo significar el gustcy placer que manifestaron en lo comun aquellos pobres soldados, abraándome los unos y los otros, cual por los brazos y cual por las pieras, unos por delante y otros por las espaldas, dándome infinitos paraienes, y yo, con lágrimas en mis ojos de alegría, no les acertaba a habir palabra, y muchos me miraban con ternura por verme lastimado y e diferente traje del que solia tener en mis prosperidades; pues me vein descalzo de pié y pierna, con unas mantas largas por vestido sobre las: arnes no acostumbradas a aquel traje. Entramos adentro de la fortalza, dejando con llaves las puertas de la contramuralla, y encontran-