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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

Hoi vemos que son raros los que alcanzan premio de los que tienen méritos sobrados, ni que haya quien los busque si son pobres, y si algunos sus propias medras solicitan, y piden con justicia el galardon que es debido a sus méritos y servicios para alivio y remedio en sus necesidades y trabajos, en la demanda y pretension se mueren, porque no hai quien les oiga ni les mire, por no haber caudal que los apadrine o acompañe. Otros pretensores hai a lo seguro, que con sus dineros tiran al blanco que les parece: y aun estos tienen tambien sus demoras y dilaciones en sus despachos, porque aguardan a que otros opositores los saquen de la puja, como suele acontecer en los tribunales, que públicamente se venden los oficios; de manera que a los unos por pobres, y a los otros por ricos y opulentos, se les retardan las mercedes y favores; con que viene a ser la causa esta de que no haya agradecidos, porque el beneficio que se tarda, ingratos hace a los que le esperan, como prosiguió Ausonio: BIBLIOTECA NACIONAL BIBLIOTECA AMERICANA JOSE TORIBIO MEDINA"

Bien grato correspondiente se mostraba el capitan y cabo de aquel fuerte a los beneficios recebidos de mi padre, pues me honró con extremo, regaló con lo que tuvo, y festejó mi llegada conforme la cortedad del sitio y lugar en que se hallaba. Salimos afuera a dar vuelta a las murallas, que por ver al amigo y compañero lo deseaba, para consolarle, y por volver a rogar a mis amigos que tuviesen a bien el dilatarse un dia por llevar por delante al sobrino del cacique Paylamacho, que lo agradeceria con extremo.decoraiting Si bene quid facias cito, nam cito factum Gratum erit: ingratum gratia tarda facit. Si quieres ser alabado Y así mesmo agradecido, No hagas el bien prometido, Porque en siendo dilatado Hace ingrato al mas sufrido. Acompañáronme los mas del fuerte y dimos vuelta por fuera de los muros, quedando entre ellos y la contramuralla, a la que nos arrimamos a conversar con los indios, que por la parte de afuera estaban alojados con el pobre y aflijido soldado Diego Zenteno, quien me significó que los caciques decian, que no podian aguardar mas que aquel dia, porque a la noche se habian de ir sin falta alguna. Saludélos y a los demas amigos, y con vidé a comer a Quilalebo, Mollbunante, a Millalipi, hijo de mi huésped Tureupillan, a los dos caciques que por mí se habian rescatado, y a otros seis o siete de los mas principales, y ántes de entrar adentro, rogué al capitan y dueño que llevasen para los demas un quintal de cecina con una fanega de pan, que luego al punto hizo enviar para que entre todos comiesen, y una botija de vino con que se brindasen. Entraron los que he dicho dentro de nuestra estacada, a quienes hice