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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

remanso, y debajo con cantidad de raices correosas y largas, en que acontece enredarse los caballos. opt Con la llegada de nuestro deseado barco llegó tambien Licanante, sobrino del cacique Pailamacho, por quien se trocó Diego Zenteno con grando regocijo y alegría, y un capitan amigo y confidente de mi padre con otros de casa, que me trajieron la cama, vestidos y ropa blanca, y mas de ochocientos pesos de ropa y jéneros que yo habia enviado a pedir para mis amigos y enviar a los camaradas y a las mujeres que me agasajaron en sus tierras. Trajieron tambien treinta botijas de vino para brindar a mis compañeros, a quienes convidé que entrasen a merendar un bocado y a brindarse los unos a los otros con toda alegría, y les entregué cuatro botijas de vino, despues de haber merendado mui a su gusto, todos ochenta indios dentro de las murallas, a quienes repartí de la hacienda que me habian traido conforme las calidades de cada uno y segun la amistad que les debia. A Quilalebo, como mas amigo, le dí un vestido entero de paño azul (que es color que apetecen mucho), calzon, capotillo y capa con sus vueltas de tafetan carmesí, sombrero, medias y zapatos, que aunque no los acostumbran, los guardan para sus borracheras y festejos, que es cuando se visten en traje de españoles; llevó tambien para su mujer y para su hija, que con todo afecto me la tenia dada, 20 varas de listones de diferentes colores, media docena de peines, muchas chaquiras, punzones y topos de plata, y algunas agujas, y todo lo mas que me pidió y tuvo gusto de llevar. A Mollbunante, que fué el mensajero que iba y venia con las cartas de nuestros tratos, y fué el principal motor de mi rescate, le dí un vestido, chaquiras, peines, agujas, listones, y otras cosas que apeteció. A los demas fuí repartiendo a unos el sombrero, a otros el capotillo; cuál llevaba los listones, cuál las chaquiras y peines, capas y sombreros otros; finalmente, no hubo ninguno que no llevase alguna cosa de los jéneros que he referido. Y a lo último llamé al hijo de mi huésped Tureupillan, el que me tuvo en su casa de la otra banda de la Imperial por órden de mi amo, y le dí para su padre un vestido entero, a él una capa, un sombrero, muchas chaquiras, listones, peines y agujas para su mujer y hermanas, y para su madre una bacenilla de azofar que me pidió, y a su hermana, que fué la que me servia, envié aparte en una bolsa o taleguilla unos topos o punzones de plata, cuatro varas de bayeta, listones, chaquiras, peines y agujas, y otras menudencias, y al viejo su padre una botijuela de aceite de Castilla que me pidió, la cual encargué al viejo Quilalebo, para que partiese con él de ella. Entre los que venian de la Imperial con Quilalebo, estaba uno que aunque habia participado de los jéneros menudos, deseaba mucho llevar una capa, y llegóse a mí en secreto y me dijo, que le diese una capa por un tejillo de oro que traia marcado, y que se acordaria de mí toda su vida; a quien respondí no habia quedado ninguna, que paño le daria o entre los soldados buscaria para él una capa. Llamé al sarjento, que estaba presente, a quien encargué la dilijencia porque aquel indio fuese