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HISTORIADORES DE CHILE.

camino de la vega a orillas del rio de la Laja, y luego que los amigos nos descubrieron se dejaron caer por una loma abajo, que daba gusto el verlos descender de arriba; mas de ciento y cincuenta indios bien armados y en caballos lijeros salieron al encuentro a nuestra caballería, y ántes de llegar, como obra de dos cuadras, dieron principio a unas vueltas de escaramuza en señal de alegría y contento, haciendo que unos con otros peleaban, y cuando nos fuimos acercando a ellos, hicieron dar una carga de arcabucería nuestros capitanes, y salieron tambien algunos de los nuestros a escaramu cear con ellos. Hicimos alto un breve espacio y corta distancia de adonde estaban, y llegó el capitan Diego Monje, que lo era de los amigos, con los principales caciques de su reduccion, a darme la bien venida y a significar el gusto que habian tenido con mi feliz suerte y rescate venturoso; a cuyas palabras y alegres demostraciones me mostré pagado y bastantemente agradecido; y esto fué abrazándolos a todos y dándoles muchos marimaris y besamanos. Con esto proseguimos nuestra marcha, y al ponerse el sol llegamos al fuerte de San Cristóbal, adonde fuí recibido con summo con suelo de todos los soldados y del cabo, y despues de haber hecho la salva con la mosquetería y arcabucería, dispararon la pieza de artillería con que tocaban arma cuando se sabia que el enemigo entraba a nuestras fronteras. Y esto fué por órden que tenia el cabo del gobernador, para saber con certidumbre el cuándo y a qué hora llegaba yo a aquel fuerte, porque se oia con toda claridad en el tercio de San Felipe dos leguas dél. Todas estas honras y favores bien considero que no se me debian, y que el permitírmelas el gobernador era por la estimacion y aprecio que hacia de los grandes méritos y servicios de mi padre, y por lo que todo el reino le debia, así soldados españoles como indios amigos; porque yo entonces era muchacho, sin mas conocimiento de las cosas que el que me habian dado los trabajos y penalidades del cautiverio; porque, como dijó San Agustin, hablando del rei David sobre el salmo 50, útil es y provechosa la tribulacion y el trabajo; útiles son tambien las herramientas del médico y sus instrumentos, de la suerte que lo son las tentaciones del maligno spíritu. Despues de vencidos los enemigos, quedó asegurado el rei; entónces faltaron los temores, y aflojaron la rienda los aprietos, y crecieron las hinchazones y soberbias; habiendo dicho otras palabras escojidas al intento, que podrá investigar el curioso en el lugar citado. Las tribulaciones enfrenan los vicios, abren los ojos del alma, enseñan el camino verdadero, y encaminan a la eterna gloria; así lo dió a entender el divino esposo a la esposa cuando la dice: yo soi la flor del campo y el lirio de los valles; habiéndole ella convidado con sus floridos y regalados lechos. En este lugar dijo San Bernardino así ella apetece siempre la quietud y el sosiego, y él la insta y provoca al trabajo y al afan contínuo, dándola a entender que por las tribulaciones y desasosiegos conviene entrar en el reino de los cielos; y mas adelante ella le muestra el lecho regalado, y él la convida al campo, al ejercicio y al trabajo la encamina y la provoca.