Página:Cautiverio feliz, y razón de las guerras dilatadas de Chile.pdf/538

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
524
HISTORIADORES DE CHILE.

¡Oh qué buen rei, qué buen príncipe y qué buen gobernador, que los daños del reino le desvelan y le lastiman, las plagas de sus pueblos le atribulan y dan cuidado, y pide a Dios ser ántes él castigado, que ver padecer a los suyos por su culpa! Templó Dios su justicia, porque el rei confesó su pecado, que para con su divino acatamiento es la mejor súplica y el mas eficaz remedio para alcanzar perdon de su bendita mano. Notólo el ilustrísimo Villarroel sobre las palabras de David cuando dijo: quoniam iniquitatem meam ego conosco, que en aquella palabra quoniam esperaba por ella recibir de nuestro Dios y Señor todo lo que pidiese y humillado le rogase, por haber reconocido su culpa. ¿Hai algun superior, independiente o ministro mayor en Chille que reconozca su culpa ni confiese su pecado para que Dios mitigue sus rigores? Hai quién se lastime ni se duela de las contínuas plagas de sus pueblos? Hai quién diga con David: yo soi, Señor, el malo, el perverso y desatento pecador; yo soi el soberbio, el hinchado y el altivo; yo soi el desmesurado y el que quitó a los pobres lo que es suyo; estos ¿qué culpa tienen? Volved contra mí (Señor) vuestros rigores; no lo padeze a el vulgo ni el comun de todo un reino? hai quién repita estas razones? ¡Oh cómo se hallan pocos o ningunos en estos tiempos que sigan las pisadas de este santo rei profeta! pues vemos firmes los castigos de Dios sobre nosotros, y sobre nuestras fronteras repetidos los golpes con peores plagas y castigos que los que padeció el pueblo o reino de David; que como dijo este santo rei al profeta Gad, que queria ser castigado ántes de las manos del Señor (que sus misericordias eran grandes), que caer en las de los hombres. Conocidamente tuvo por mayor castigo y por mas riguroso tormento el caer en manos de los hombres, que en las de Dios; que aunque el ilustrísimo Villarroel hace un reparo diciendo, que tambien son castigos de Dios los que ejecuta por mano de los hombres, absuelve la dificultad con las siguientes palabras: verdaderamente tambien son castigos de Dios los que ejecuta por ministerio de los hombres, pero estos las mas veces se toman mas mano de la que les dan, y suelen hacer mas de lo que les manda Dios; y así tuvo por mejor David ser castigado inmediatamente por su mano, que por la de los hombres. Luego, bien advertido queda de que es mas riguroso castigo y plaga mas sensible la que padece nuestro reino, que la que experimentó en su pueblo el rei profeta, pues nos tienen supeditados unos indios bárbaros, sin cabeza, sin razon, ni lei, y con armas inferiores a las nuestras, que es circunstancia particular del tormento y pena que padecemos para mayor oprobio nuestro y afrenta de nuestras armas. Recibiónos el capitan y cabo de aquella fortaleza con grande regocijo y mayores agasajos, y despues de habernos regalado y dado de cenar con espléndido aparato, a dar descanso a nuestros fatigados cuerpos nos recojimos todos.