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HISTORIADORES DE CHILE.

de la esclavitud injusta que padecen algunos (dejo por ahora y para su tiempo la que está permitida y declarada)! Vamos a los que han cautivado, asegurándolos debajo de convenio y tratos de paces, no es una sino es muchas veces; y en algunas ocasiones ha acontecido entrar ocultamente en las reduciones antiguas y pacíficos indios y cristianos, y hurtarles los hijos y las hijas, y enviarlos fuera del reino vendidos por esclavos. Este es el trato y agasajo que hallan entre nosotros, y la compasion y lástima que experimentan en nuestros naturales. ¿No son causas suficientes para que Chile tenga dilatada guerra (que es el blanco a que se han encaminado estos discursos), y para que resplandezca mas en este bárbaro el piadoso celo y natural magnánimo que le acompaña? Claro está; ¿quién lo duda, ni quién podrá negar que es imposible que se conserve Chile de esta suerte?

Retirámonos a nuestro alojamiento con nuestras carguillas de leña, a tiempo que se acercaba la noche y el frio se aumentaba con el aire y viento presuroso, y a la puerta de la choza hicimos una buena candelada para el abrigo nuestro y para asar algunos pedazos de carne de caballo, que no habia otra cosa de que valernos, y como en otra ocasion tengo significado, que no podia de ninguna suerte arrostrarla ni aun llegarla a los labios; por cuya causa me acomodaba con los hígados bien lavados, que puestos en las brasas, se ponen tiesos y gustosos; con que al amor del fuego en buena conversacion, comimos lo que cada uno pudo de aquel jénero. Y despues nos echamos a dormir con algun gusto y consuelo por el que me habia dado mi amo con las promesas que me habia hecho, y por el amor y agasajo que me mostraba; y con esta consideracion quedé aquella noche con algun descanso, hallando algun desquite al tormento que habia padecido la pasada y el antecedente dia.

CAPITULO XII.

En que se prosigue nuestro viaje, y de como nuestros compañeros, que lo fuimos desde el rio de Biobio, por estar cerca de sus casas convidaron a mi amo a que fuese por tres o cuatro dias a ellas.

Despues que Dios, nuestro Señor, se sirvió de echar su luz, aunque turbada y con algunas amenazas de volver a continuar el tiempo sus rigores, por haber sido el antecedente dia razonable, mas apacible se nos mostraba el rio, si bien peligroso por ser rápido y de crecidas piedras. Con todo eso, se determinaron a esguazarle por las muestras que daba el cielo a continuar sus húmedos rocios, porque fueron mas contínuos que los rayos del sol en consolarnos: dejamos que pasase por delante aquella turba multa de fariseos, y quedamos atras mi amo y yo, y el soldado mi compañero, su amo y otro hermano suyo, gran guerrero y mui amigo de españoles (que siempre me hizo mui buen tercio y me consolaba de ordinario con agasajos y buenas razones), y otros tres compañeros de aquellos que tenian sus ranchos en esta parcialidad de la cordillera. Pasamos con bien aquel raudal despues de haber visto