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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

otros tres o cuatro de su ahillo, que se andaban tras mí como admirados, diciendo los unos a los otros: este es pichi Alvaro, este es Alvaro chiquito; que como mi padre tenia tan gran nombre en aquellos tiempos, no le dejaban de la memoria un punto, y era tan grande el temor y respeto con que lo miraban, que referiré de paso lo que sucedió en el Estado de Arauco con un mensajero del enemigo, que debajo de la real palabra entraban y salian con seguro todos los que querian continuarlo. En esta ocasion habia llegado al referido Estado el gobernador que gobernaba entónces, a visitar sus fronteras, a tiempo en que se trataban algunos rescates y conveniencias en la quietud y descanso de la tierra. Y estando en la plaza de armas el gobernador y mi padre en un corrillo, acompañados de muchos capitanes vivos y reformados, llegó aviso de las centinelas de como venia un mensajero de tierras del enemigo. Mandaron que entrase adentro, el cual llegó con grande acompañamiento de soldados, que desde la puerta principal se le habian allegado muchos, porque naturalmente lleva la novedad el afecto, y la curiosidad arrastra el apetito. Venian con él tres compañeros suyos, y de los indios amigos nuestros otros diez o doce caciques y capitanejos; el mensajero era despejado, arrogante y discreto en su lenguaje; entró al corrillo con sus compañeros y con otros tres o cuatro de los principales nuestros, y lo primero que hizo, fué preguntar por Alvaro Maltincampo, que quiere decir, el maestro de campo Alvaro. Mi padre, como le oyó preguntar solo por él, dijo al intérprete que le dijese, que allí estaba el señor gobernador, con quien primero y ante todas cosas tenia obligacion de hablar; y habiéndole dicho estas razones, respondió, que él no venia a dar su embajada al Apo, que así llaman al gobernador, sino era al Maltincampo Alvaro. El no le conocia mas que por la calva, que la tenia grande, blanca y limpia, que cuando peleaba la descubria, a causa de no poder tener sombrero en ella ni celada, y por esto era conocido entre ellos y temido grandemente. Pues, como repitió que no venia en demanda del gobernador, sino es de Alvaro, dijo el gobernador al intérprete: dígale que aquí está a mi lado el maestre de campo jeneral por quien pregunta, y le señaló con la mano. El indio se acercó a él y se puso a mirarle con gran cuidado, y allegándose mas a él, como que le iba a abrazar, le quitó el sombrero de la cabeza, y al instante que le vió la calva se echó a sus piés de rodillas y le abrazó, y mi padre le levantó del suelo abrazándole, y despues de haberlo hecho, significó que a solas venia a hablar con Alvaro algunas cosas que le habian encargado sus caciques, que importaban mucho. Con que mandó el gobernador que fuese a su casa, que allí hablarian despacio, y comeria con él y beberia, y habiéndole hecho buen pasaje y respondido a su embajada, le despacharon con gusto. He significado este suceso y pudiera referir otros muchos para verificar lo propuesto y el temor grande que habian cobrado al nombre de Alvaro; mas, volvamos a nuestra historia y a los muchachos, que sawohe. NAPRACA