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HISTORIADORES DE CHILE.

MALZ Sieci co 74 HISTORIADORES DE CHILE. ocasiones de peligros, oprimidas con trabajos y tribulaciones, mostraban varoniles pechos, como refiere Pausanias en el libro 1.º de los Atticos y Plutarco en la vida de Hipérides. Y la Escriptura Sagrada lo significa así de la reina Jesabel, que viéndose apretada y combatido su alcázar del ejército de Jehú, justo perseguidor de la casa de Acab, se adornó y afeitó el rostro; y dice el gran maestro Gaspar Sanchez con la autoridad del Abulense, que fué por mostrar esfuerzo y ánimo varonil. Y así, le repetí otra vez que se esforzase en aquellas desdichas y trabajos, con esperanzas de que si Dios, nuestro Señor, fuese servido de sacarme con brevedad de nuestra esclavitud y cautiverio, haria todo lo posible por sacarle de él y rescatarle; que lo que importaba a su conservacion y vida, era no disgustar ni desabrir a sus amos, ántes ayudarlos al trabajo, haciendo con puntualidad lo que le ordenasen, llevando en amor de Dios aquellas penalidades y desdichas, haciendo de la necesidad virtud. Dividímonos luego el amigo y yo ácia donde estaba mi amo, que enternecido tambien se habia apartado a un lado a despedirse de otros sus amigos, a quien dijo Colpuche, nuestro huésped y amigo: ea! Maulican, ya podeis subir a caballo, que es tarde, y procurad daros priesa para cojer la vereda que os he dicho, que luego encontraréis un estero y de la otra banda veréis unos ranchos, que son del cacique Inailican, y mis hijos van con vos a pasaros el rio de la Imperial y de la otra banda de él os enseñarán el camino. Lo que os encargo es a ese capitan que llevais, y por vuestra vida os ruego, que hagais con él lo que os tengo pedido, porque os ha de importar mucho su rescate; y advertid que es hijo de mui buen padre, de buen corazon e inclinado a hacer bien a todos. Y este capitan es hasta ahora niño, y andando tiempo se ha de acordar de lo que con él hiciéremos y no puede dejar de ser agradecido. Prometióle otra vez mi amo, que no faltaria de tratarme como su hijo y de defenderme de cuantos peligros y riesgos de la vida pudieran ofrecerse. Subimos a caballo dándonos los unos a los otros marimaris, que es como si dijésemos: quedíos con Dios, amigos, o, ídos en paz. Salimos como a las tres o cuatro de la tarde, el tiempo revuelto, turbio, y apresurado el norte, con dos muchachos por guia que a encaminarnos por el vado fueron, que estaria de los ranchos media legua poco mas o ménos, adonde allegamos a buen paso, y con toda brevedad arrojámonos a él, los guiadores por delante. Y aunque por aquella parte traia ménos agua el caudaloso rio, la corriente era mas precipitada y peligrosa; encomendéme a Dios, nuestro Señor, al pasarle, porque temí realmente la furia que llevaba con crecidas piedras, en que amenudo tropezaban los caballos y daban hocicadas cada instante: cayendo y levantando le pasamos, aunque mui bien mojados de las zabullidas que dábamos contínuas. Cuando nos hallamos de la otra banda seguros de aquel peligro, preguntó a los muchachos mi compañero, que por adónde habíamos de encaminarnos, porque en su vida habia pisado ni atravesado aquellos