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HISTORIADORES DE CHILE.

ESCRIPTIVO HISTORIADORES DE CHILE. Eripiunt subito nubes coelumque diemque Teucrorum ex oculis; ponto nox incubat atra. Intonuere poli, et crebris micat ignibus æther; Præsentemque viris intentant omnia mortem. Las densas nubes súbito quitaban De nuestra vista el cielo, luz y el dia; Las lóbregas tinieblas desataban Sus tenebrosas lluvias a porfía; Los varios elementos contrastaban, Y el antártico polo despedia Rayos de fuego entre nevadas puntas, Intimando la muerte todas juntas. Continuando aquella veredilla, fuimos sin saber para dónde nos encaminaba, y esto seria ya mas de una hora de la noche, que no nos veíamos cosa alguna el uno al otro, y dentro de breve rato me significó el compañero, que le parecia ir fuera de camino y habérsele perdido la vereda; apeóse del caballo y halló ser verdad lo que decia, y díjome atribulado: capitan! perdidos somos, que no sé adónde estoi ni ácia dónde habemos de tirar; apéate tú tambien y rastrearémos el camino, que no puede estar léjos de nosotros. (Malísima era la gana que tenia entónces de apearme, porque el temporal crecia, el viento bramaba, los montes se estremecian, la tierra convertida en mar nos anegaba, el cielo con heladas saetas nos combatia, los elementos todos se encontraban, los truenos, rayos y relámpagos contínuos nos causaban temor y espanto, aunque a veces algun consuelo porque nos servian sus resplandores ardientes de lucidas antorchas para podernos divisar el uno al otro.) Respondíle, que quién nos habia de arrear los caballos, pues aun estando sobre ellos no querian dar paso para adelante, sino era mui oprimidos de las espuelas. Teneis razon, me respondió mi amo, id vos a caballo, y arrearéis el mio, que yo quiero buscar a pié la vereda, que no puede faltar de por aquí cerca. Consoléme grandemente de que no me volviese a decir que me apease, y luego al punto hice lo que me ordenó, y fuimos atravesando ácia la parte del sur mas de seis cuadras, que la derrota para sus tierras habia de ser al poniente, y habiendo visto que en tan largo tiempo como el que habíamos gastado en demanda del camino, ni en tanto trecho, no le topaba ni podia palpar, Maulican mi amo determinó volver ácia la parte del norte; y como el agua y viento era recio y desaforado, que dándonos en el rostro de lleno y a los caballos por delante, era imposible hacerles dar paso porque volvian las ancas a huracan tan deshecho mezclado con helada nieve y agua, y a nosotros parecia que intentaba volarnos de los caballos, y viendo la contradicion grande que nos hacian tan contrarios elementos y feroces, le dije a mi amo, que era imposible contrastar con ellos, que tendria por mas acertado el arrimarnos a alguna montaña espesa y abrigada adonde pudiésemos pasar tan tenebrosa noche y repararnos de tempestad tan deshecha, pues las gotas de agua que caian,