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HISTORIADORES DE CHILE.

fuego sobre las brasas diciendo: mucha hambre traemos mi español y yo, que desde ayer no nos habemos desayunado sino es con un puño de harina. Respondió el huésped: ya estan haciendo de cenar, y mientras se ajusta, podréis comer unas papas y un plato de mote: que mandó traer al instante, y entre mi amo y yo dimos fin a la porcion mui brevemente, porque estábamos templados como alcones, y mas entreveramos los riñoncillos y hígados que habia puesto sobre las brasas cuando degolló el carnero y lo entregó a uno de los muchachones que nos guiaron, para que le beneficiase, que en un momento lo ejecutó así; y pusieron dos o tres asadores de él al fuego, y en el entretanto que se asaba la carne y nos daban de cenar, nos brindamos amenudo los unos a los otros, y fué de manera que con mucha brevedad concluimos con el licor de los cántaros, con que nos trajeron otros y nos los pusieron por delante; y como me hallaba ya con el estómago acomodado, dije a mi amo, que queria quitarme los calzones, que como eran de aquellos antiguos que se usaban estofados, aunque los habia secado en otras ocasiones, siempre quedaban frescos y mojados, y de la propia suerte estaba el armador y coleto de gala que traia; y que en el ínterin que se secaba me pondria la manta que servia de capa sobre el vestido, que no me lo quiso quitar ni la camisa hasta que despues de haber llegado a su tierra, se le dí yo porque me diese unas camisetas, mantas y calzones a su usanza, para tener que mudarme, y esto fué al cabo de muchos dias (que despues se dirá en su lugar de la suerte que sucedió.) Respondióme que le parecia mui bien y él me ayudó a secar el hato, el vestido y la camisa brevemente porque habia extremado fuego y abundante. ARRACION

CAPITULO XX.

En que se continúa nuestro viaje, y se refiere el peligro y riesgo que pasé aquella noche. puss Con la noticia que tuvieron los demas vecinos y compañeros de aquel cacique, se fueron juntando diez o doce indios de los que tenian sus ranchos cerca del de este cacique y en su contorno, y trajieron muchos cántaros de chicha para dar la bienvenida al recien venido huésped y holgarse aquella noche bebiendo, cantando y bailando: que es una de las mas perversas costumbres que se puede imajinar; porque al llegar un pasajero a la jornada mojado, molido y hecho pedazos de caminar a pié todo un dia por pantanos, quebradas y riscos, muerto de hambre y sin aliento, darle luego por descanso no dormir y estarse parados, bailando y quebrándose las cabezas con gritos y voces desmedidas, no sé que pueda haber peor entretenimiento ni costumbre mas mal usada. Sacáronos [sic] de cenar de los guisados que acostumbran, asadores de carne, platos de papas, porotos, maices y otras cosas; y despues de