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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

Con esto se enfureció mas el cacique y se levantó de su asiento dando traspiés, diciendo: yo te le quitaré y le mataré aquí luego. A esto se entraron de por medio dos caciques de su parcialidad de los que habian llegado al festejo, y le apartaron y llevaron a otro fogon de los que habia en el rancho; y Maulican mi amo se estuvo asentado sin hacer caudal de lo que el otro habia dicho. Yo estaba a sus espaldas con gran recelo y temor, encomendándome a Dios y pidiéndole favor en aquellos aprietos y trabajos. Luego que se sosegó algun tanto el colérico cacique, me asió de la mano Maulican mi amo, y me sacó afuera de la casa y llevó a un ranchuelo que estaba algo distante de ella a sus espaldas, entre unos coleales, que llamamos cañas bravas, que servia de gallinero, roto y abierto por muchas partes. Y en él me entró diciendo, que me estuviese quieto y sosegado, de manera que si acaso oyese algun ruido y a él dar voces y gritos, que saliese del ranchuelo y me fuese a emboscar en la montaña que arrimada a las cañas o coleal estaba, y que sus voces serian la seña de que solicitaban mi persona. Dejóme otra manta suya para que me abrigase y defendiese de noche tan tempestuosa, consolándome con decir, que aquel cacique estaba borracho y sin juicio, y que no queria que me sucediese con él alguna mohina, por lo cual le parecia mas conveniente apartarme de su vista hasta que se le pasase la furia. Con esto me entró por un agujero o boqueron que tenia la chozuela entre otros, que era lo propio o peor entrarse en ella para el abrigo, que estarse en la campaña. Quise arrimarme a lo que me pareció mas enjuto y abrigado, y encontré con unas gallinas, que empezaron a gritar y a hacer ruido, que me obligaron a que me asentase en medio, adonde combatia el viento y el agua, aunque con moderacion por estar al abrigo de aquellas cañas bravas. Fuése i amo dejándome de la suerte referida en aquel gallinero, adonde por una parte el agua, el viento y frio me molestaban, y por otra el estiércol de las gallinas que sobre mi cabeza mui de ordinario caia. Y si mudarme a alguna parte intentaba y arrimarme mas adentro, se alborotaban, de manera que me hallé obligado a no mover los piés ni las manos del lugar en que estaba como en prensa; y este fué el mayor consuelo que tenia en medio de los cuidados y aflicciones que me causaban tantos y tan varios infortunios, como los que iba experimentando cada dia. mi Cuidadoso y desvelado me halló toda la noche, sin poder un rato entregar al sueño los sentidos, escuchando y atendiendo a las voces, gritos y ruido que en el rancho habia, que aunque eran orijinados de la chicha y efectos de su calidad, me parecia a mí que cualquier alboroto o movimiento que se hacia, se encaminaba a mi daño; y aunque el temporal era excesivo y la noche oscura y tenebrosa, me determiné a salir del rancho o medio choza y a arrimarme poco a poco a las espaldas de la casa, a escuchar lo que platicaban; adonde estuve un buen rato, y como reconocí que el ruido y las voces entre cantos confusos eran alboroto y parto de la chicha y abundantes licores que tenian, sin que se tratase mas de la contienda, me volví al gallinero como de ántes,