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HISTORIADORES DE CHILE.

a esperar de mi amo el órden que me daba, y lo que con acuerdo resolvia. Y estando de pensamientos varios combatido, y de penas y aflicciones rodeado, considerando la inconstancia de los tiempos y de los altibajos de nuestra humana vida, se vinieron al entendimiento los siguientes versos: A LA INCONSTANTE FORTUNA. Rueda, fortuna, no pares hasta volver a subirme, porque el bien de un desdichado en tu variedad consiste. Un tiempo me colocaste con las estrellas mas firmes, y ahora me tienes puesto en la tierra mas humilde. Entonces me ví tan alto, que me pareció imposible ver mis glorias humilladas a los piés de quien las pise. Tan dichoso fuí en un tiempo, que me diste lo que quise, y hoi te me muestras contraria, quitándome lo que diste. Tu natural inconstante con varios efectos vive, abatiendo al que merece, sublimando al que no sirve. Si tu inconstancia ignorara quejarme fuera posible, pero es forzoso que ruedes cuando con tu ser te mides. La esperanza me sustenta de ver que cuando me aflijes, tanto mas cerca me hallo de la gloria que me impides. Que no pares en mi daño la rueda, quiero pedirte, porque es mi dicha tan corta que presumo ha de estar firme.

CAPITULO XXI.

En que se prosigue el infortunio en que se vió el autor, y de como salió huyendo de casa de Inailican, y lo que le sucedió en el camino hasta llegar a las tierras de su amo y a su casa; y se da fin al primer discurso. En estos discursos y varios pensamientos divertido estuve parte de la noche, y al romper el silencio oscuro el alba, llegó Maulican mi amo con dos caballos ensillados que le habian prestado sus amigos, dejando al cacique Inailican durmiendo la borrachera, y me hizo montar en el uno, y a aquellas horas les dimos rienda y marchamos hasta sus tierras.