Por eso, al decir: el año de la mujer, concebimos nuestra preocupación por el binomio madre-niño y además por la juventud, que es indiscutiblemente, el factor dinámico en todo proceso de cambio, en todo proceso de esfuerzo, en todo proceso revolucionario. Ahora bien ¿Porqué, esencialmente, la mujer? Porque en los regímenes tradicionales habituales, para ser más claro en el régimen capitalista, hay diferencias entre las capas sociales, hay diferencias entre los hombres que tienen todas las posibilidades y aquellos otros que las tienen muy y muy limitadas.
Si hay, entonces, una desigualdad social entre los hombres la diferencia que hay entre la mujer y el hombre, como consecuencia del régimen y el sistema, es mucho mayor.
La mujer tiene mucho más limitadas sus posibilidades. Se levanta en contra de estas posibilidades el prejuicio y una moral convencional que favorece al hombre. La mujer está postergada frente a la educación, al trabajo a la salud. La mujer está postergadas frente al hombre ante los códigos. Hay entonces desigualdad jurídica, desigualdad social y desigualdad económica. Al igual trabajo entre hombre y mujer no hay igual salario o igual sueldo en la mayoría de los casos.
Son muy pocas las mujeres que aún teniendo título profesional logran alcanzar superiores responsabilidades en este régimen y son muchas, demasiadas, las mujeres que no han podido educarse y estudiar. Son muchas las mujeres que no encuentran trabajo. Son muchas y muchas las mujeres que padecen el drama de no tener cómo defender la vida y la salud de sus hijos.
Es por eso, que nosotros hemos querido hacer que este año sea el año de la mujer, para que ella se organice. Tendrán la responsabilidad las mujeres militantes de la Unidad Popular, de contribuir con su experiencia a darle forma a un amplio, poderoso, profundo y enraizado movimiento femenino; que no tenga sólo la visión exclusiva de los problemas de la mujer aislada de los problemas del pueblo y del hombre; pero que en esencia se preocupen de sus propios problemas, como mujer, porque son mucho más graves, mucho más serios, mucho más urgentes —por los años y años de postergación— que los problemas del hombre.