Se nos agrede política y económicamente. Las consecuencias las hemos vivido en la restricción de créditos que eran tradicionales, especialmente de la banca privada de los Estados Unidos, a pesar de haber renegociado con ellos la forma de pago de los créditos.
Lo hemos sufrido inclusive, de parte de organismos internacionales, de los cuales formamos parte por derecho propio, por haber nacionalizado nuestro cobre aún dentro de los marcos jurídicos de un país soberano, dentro de las normas fijadas. Inclusive en las Naciones Unidas, hemos encontrado extraordinarias dificultades en la renegociación de nuestra Deuda Externa.
Chile al igual que muchos países de aquéllos que forman el Tercer Mundo, tiene un alto endeudamiento y hubiéramos tenido que pagar los intereses y la amortización de nuestra deuda en 1972; hubiéramos tenido que desembolsar cerca de 420 millones de dólares, de un presupuesto de divisas no superior a 1.150 millones de dólares, con el agravante de que la baja extraordinaria del precio del cobre significó para Chile un menor ingreso en 1971 y 1972 de más de 500 millones de dólares. Cada dirigente que está aquí, quiero que sepa que la variación en un centavo del precio la libra de Cobre, significa en relación con nuestra producción 18 millones más de ingreso o 18 millones menos de ingreso para las arcas fiscales de nuestro país.
Es por ello que debemos señalar que no nos parece conveniente ni justo que se pretenda vincular el pago o no pago de las indemnizaciones de las compañías cupríferas, y me imagino que no habrá un soñador internacional que pretenda que Chile –y la Ley así lo determina- vaya a pagar un medio centavo a la ITT, compañía transnacional que ha estado a punto de llevar a la patria a una guerra civil. (APLAUSOS).
Por eso el semibloqueo ha significado dificultades extraordinarias, estando obligados nosotros a pagar prácticamente al contado las importaciones, y teniendo dificultades para encontrarlas a pesar de disponer de las divisas necesarias; situaciones difíciles en la balanza de pagos, y por cierto, como consecuencia de ello, una disminución en el ritmo de nuestra expansión económica.